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MADRID, 28 Nov. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Milán (Italia) han demostrado que las ratas jóvenes alimentadas con una dieta cetogénica (una dieta rica en grasas y baja en carbohidratos) están protegidas del estrés prenatal persistente. Este trabajo, que debe confirmarse en humanos, se presenta en la conferencia del ECNP en Ámsterdam (Países Bajos).
Un amplio conjunto de investigaciones ha demostrado que, si las madres experimentan estrés durante el embarazo, sus hijos pueden sufrir afecciones psicológicas y de desarrollo persistentes. Ahora, este grupo de investigadores italianos ha demostrado que los cambios biológicos inducidos por una dieta cetogénica pueden ayudarles a escapar de los efectos duraderos del estrés experimentado en el útero.
Las ratas preñadas se sometieron a estrés durante la última semana antes del parto. Las crías fueron destetadas a los 21 días de vida y se les asignó una dieta control o una dieta cetogénica. A los 42 días, se evaluó a las crías para detectar diversos déficits inducidos por el estrés, como baja sociabilidad o falta de interés en su entorno (anhedonia).
Los animales que recibieron la dieta cetogénica mostraron diferencias notables con respecto al grupo control, como un mayor tiempo de acicalamiento y mayor sociabilidad. Los investigadores descubrieron que, si se alimentaban con una dieta normal, el 50% de las ratas nacidas de madres estresadas presentaban problemas relacionados con el estrés en etapas posteriores de la vida. Sin embargo, en las ratas alimentadas con una dieta cetogénica, solo el 22% de los machos y el 12% de las hembras desarrollaron estos problemas.
De esta forma, se ha demostrado que la dieta cetogénica induce una variedad de cambios biológicos, como mejorar la eficiencia mitocondrial y modificar el equilibrio hormonal.
Según la investigadora principal, la doctora Alessia Marchesin de la Universidad de Milán: "Descubrimos que alimentar a ratas jóvenes con una dieta cetogénica (un régimen alto en grasas y muy bajo en carbohidratos) justo después del destete las protegió casi por completo de los efectos duraderos del estrés que habían experimentado antes del nacimiento. La dieta parece haber actuado como un escudo para sus cerebros en desarrollo, impidiendo así que se arraigaran problemas sociales y motivacionales.
A esta idea añade que "esto es importante porque sugiere una forma sencilla de prevenir la aparición de trastornos del estado de ánimo y sociales que a menudo se originan en la adversidad infantil. En lugar de esperar a que aparezcan los síntomas y luego tratarlos con medicamentos, muchos de los cuales tienen efectos secundarios, algún día podríamos aprovechar las propiedades terapéuticas de las intervenciones dietéticas en las primeras etapas de la vida para prevenir la manifestación de una condición patológica completa.
Es más, descubrimos que hombres y mujeres se beneficiaron por diferentes vías biológicas: los hombres al reducir la inflamación, las mujeres al reforzar las defensas antioxidantes, lo que sugiere que podríamos personalizar y refinar dichas intervenciones dietéticas. Si estos hallazgos se trasladan a los humanos, podremos tratar la carga a largo plazo del trauma prenatal simplemente ajustando lo que comen los niños en riesgo".