MADRID, 11 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un estudio llevado a cabo por científicos de Würzburg (Alemania) y Estados Unidos ha evidenciado, en un trabajo realizado en la mosca de la fruta y que ha sido publicado en el 'The Journal of Neuroscience', que en los días soleados las siestas suelen ser más largas.
"Hemos demostrado que la luz de intensidad baja, media o alta logra sincronizar el reloj circadiano del cerebro de la mosca de la fruta", han dicho los investigadores, para informar de que la luz de alta intensidad afecta al patrón de actividad diaria y que, en el caso concreto de la hora de la siesta, aumenta este periodo en más de media hora, lo que, además, supone un retraso de una o dos horas del inicio de la actividad nocturna.
Los científicos también pudieron identificar al culpable del cambio de comportamiento a nivel molecular, los receptores fotográficos especiales fuera de la retina, conocidos como ojales de Hofbauer-Buchner u ojales cortos de HB. Estos "ojos extra" microscópicamente pequeños, cada uno de los cuales consta de solo cuatro células sensoriales, fueron descubiertos hace solo 30 años por los biólogos de Würzburg Alois Hofbauer y Erich Buchner.
"Pudimos demostrar por primera vez que los ojales de Hofbauer-Buchner responden a la luz de alta intensidad y hacen que las moscas extiendan su siesta de la tarde. Lo logran a través de una vía de señalización de múltiples etapa: los HB utilizan receptores de acetilcolina específicos para aumentar el nivel de calcio en un subgrupo de las neuronas del reloj circadiano y, como consecuencia, las neuronas liberan un neuropéptido especial en la parte dorsal del cerebro de la mosca, el factor de dispersión del pigmento (FDP). Allí, el FDP media la actividad de otras neuronas del reloj que regulan la duración de la siesta y controlan el inicio de la actividad nocturna", han explicado los expertos.
A juicio de los científicos, que la respuesta de la mosca de la fruta a la luz de alta intensidad tiene sentido. Y es que, las intensidades de luz altas ocurren con frecuencia en los días calurosos de verano, los cuales que pueden ser perjudiciales especialmente para los insectos, por un lado, porque se deshidratan rápidamente y también porque los depredadores los pueden detectar más fácilmente a la luz del día.
Para excluir la posibilidad de que la siesta extendida pueda ser causada no por la intensidad de la luz sino por las temperaturas cálidas asociadas, los científicos también realizaron sus experimentos en un grupo de control de moscas modificadas genéticamente.
El reloj circadiano de estas moscas ya no respondió a las variaciones de temperatura, pero las moscas siguieron mostrando el cambio de comportamiento. Esto respalda la suposición de que la intensidad de la luz es responsable de la siesta más larga y la actividad nocturna tardía.
Los mamíferos y las personas también tienen receptores fotográficos especializados que perciben una luz intensa y envían las señales directamente al reloj circadiano en un área especial del diencéfalo (hipotálamo). No se sabe si su activación hace que las personas también se echen una siesta más larga en las tardes soleadas, si bien los científicos creen que esto puede ser bastante posible.