MADRID 6 Jun. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Granada han analizado la presencia de patulina, un tipo de micotoxina producida por hongos, en varios zumos de manzana comerciales y en más del 50 por ciento de las muestras analizadas superan los límites máximos establecidos por la legislación. Además, han detectado una muestra de arroz con más micotoxinas de las permitidas.
Estas sustancias tóxicas y carcinogénicas están producidas por hongos y llegan a la cadena alimentaria a través de las plantas y sus frutos. En otro estudio de la Universidad de Valencia también se ha visto que puede haber micotoxinas nocivas en cervezas, cereales y productos derivados, como la harina de gofio.
En el estudio de la Universidad de Granada, que publica este mes la revista 'Food Control', se utilizó un método propio de microextracción y electroforesis capilar para analizar las concentraciones de patulina en 19 lotes de ocho marcas de zumos de manzana comerciales.
En el estudio se diferenció entre zumos convencionales, ecológicos y los destinados específicamente al consumo infantil, y los resultados indican que más del 50 por ciento de las muestras analizadas "superaban los contenidos máximos establecidos por la legislación europea", ha explicado a SINC Monsalud del Olmo, coautora del trabajo.
Los niveles máximos de patulina que establece la UE son 50 microgramos por cada kilogramo del producto para los zumos y néctares de frutas, 25 para compotas y otros productos sólidos de manzanas y 10 si estos alimentos van destinados a los lactantes y niños de corta edad.
Sin embargo, algunas muestras de zumos de manzana convencional alcanzaron hasta los 114,4 microgramos por kilo, y algún lote etiquetado como alimento infantil los 162,2 microgamos por kilo, superando más de 15 veces el límite que marca la normativa.
La patulina la producen diversas especies de hongos de los géneros 'Penicillium', 'Aspergillus' y 'Byssochylamys', que se encuentran de forma natural en la fruta, principalmente en las manzanas. Se transfiere a los zumos durante el procesado debido a su solubilidad en agua y estabilidad.
Los efectos neurotóxicos, inmunotóxicos y mutagénicos de esta sustancia se han confirmado en modelos animales y, aunque no se considera una de las micotoxinas más perjudiciales para la salud, explica Del Olmo, se incluye en el grupo 3 dentro de las categorías establecidas por la Agencia Internacional de Investigación contra el Cáncer (IARC).
Esta agencia de la OMS clasifica en cuatro grupos a las micotoxinas y otros compuestos según su potencial cancerígeno para los humanos: 1 (cancerígeno), 2 (probable o posible cancerígeno), 3 (no clasificable como cancerígeno, aunque tampoco se descarta que no lo sea) y 4 (probablemente no cancerígeno).
TAMBIÉN EN EL ARROZ Y LA CERVEZA
Algunas micotoxinas, como las aflatoxinas, están dentro del grupo 1 y pueden encontrarse en frutos secos, como cacahuetes y pistachos, y cereales. Los científicos de la UGR también detectaron concentraciones de este compuesto por encima de lo permitido en una muestra de arroz y ya se lo han comunicado a las autoridades competentes.
Por su parte, otras toxinas de los hongos, como las fumonisinas y ocratoxinas, se incluyen en la categoría 2 y pueden aparecer en el maíz, otros cereales, e incluso en la cerveza, como han comprobado investigadores de la Universidad de Valencia (UV).
En este caso, los análisis se realizaron con una nueva técnica denominada 'HPLC-LTQ-Orbitrap' para detectar la presencia de fumonisinas y ocratoxinas en muestras de cerveza de Alemania, Bélgica, República Checa, Italia, Irlanda, Polonia y España.
El estudio también se ha publicado en 'Food Control' y, aunque las cantidades son "ínfimas" y aún no es posible cuantificar su riesgo, lo que revela es que "solo el control de la materia prima --la cebada, en este caso-- no es suficiente", como apunta Josep Rubert, investigador de la UV y coautor del trabajo.
El mismo equipo valenciano también ha analizado 1.250 muestras de productos de España, Francia y Alemania basados en cereal para ver si existen diferencias entre los alimentos orgánicos y los convencionales en el caso de las fumonisinas.
Uno de los datos más llamativos es que muestras puntuales de harina de gofio, de uso común en Canarias, presentaban concentraciones de esta micotoxina en cantidades superiores a los 1.000 microgramos por kilo, el límite que establece la legislación europea. Hace un par de años estos investigadores también localizaron una partida de harina de trigo con concentraciones de ocratoxina por encima de lo permitido.
Los resultados del estudio de los alimentos basados en cereal muestran que en cerca del 11 por ciento de los productos orgánicos examinados aparecen fumonisinas, mientras que en los convencionales este porcentaje se reduce en torno al 3,5 por ciento, según los datos recogidos en la revista 'Food and Chemical Toxicology'.