Detectan en bebés señales ocultas que predicen ansiedad y depresión años antes

Archivo - Sleeping baby and puppy  Bebe y cachorro dormidos
Archivo - Sleeping baby and puppy Bebe y cachorro dormidos - GETTY IMAGES/ISTOCKPHOTO / BARBARA HELGASON
Publicado: martes, 3 junio 2025 7:22

   MADRID, 3 Jun. (EUROPA PRESS) -

    En un exhaustivo artículo de investigación de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos), los científicos han descubierto conocimientos notables sobre cómo las primeras conexiones cerebrales dan forma al desarrollo emocional infantil, lo que potencialmente ofrece nuevas formas de identificar a los niños en riesgo de futuros desafíos conductuales y emocionales.

   El estudio, publicado en 'Genomic Press' y dirigido por el doctor Yicheng Zhang y la doctora Mary L. Phillips de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh, examinó a 95 parejas de bebés y cuidadores mediante técnicas avanzadas de imágenes cerebrales.

Los investigadores descubrieron que la microestructura de los tractos de sustancia blanca (las vías de información del cerebro) a los 3 meses de edad podía predecir cómo evolucionarían las emociones y la capacidad de autoconsuelo de los bebés durante los seis meses siguientes.

   El equipo de investigación empleó la sofisticada Imagenología de Dispersión y Densidad de Orientación de Neuritas (NODDI), una técnica de resonancia magnética de vanguardia que proporciona un nivel de detalle sin precedentes sobre la organización del tejido cerebral. Esta tecnología permitió a los científicos observar la arquitectura del cerebro en desarrollo con una precisión extraordinaria, revelando cómo la disposición de las fibras neuronales influye en las trayectorias emocionales.

   "Lo que observamos es que la organización estructural del cerebro en la primera infancia sienta las bases para el desarrollo emocional", explica el equipo de investigación. El estudio se centró en las vías críticas de la sustancia blanca que conectan las regiones responsables de la autoconciencia, la atención a estímulos importantes y el control cognitivo; redes que forman la base del procesamiento emocional a lo largo de la vida.

   Los hallazgos revelaron patrones distintivos que vinculan la estructura cerebral con los resultados emocionales. Los bebés con mayor dispersión de neuritas en el fórceps menor (un conjunto de fibras que conecta los hemisferios cerebrales) mostraron mayores aumentos en la emocionalidad negativa entre los 3 y los 9 meses. Esto sugiere que ciertos patrones de conectividad cerebral podrían predisponer a los bebés a una mayor reactividad emocional.

   Por el contrario, los bebés con una microestructura más compleja en el haz cingulado izquierdo, que conecta las regiones implicadas en el control ejecutivo, mostraron un mayor aumento de emociones positivas y una mejor capacidad de autocontrol. Estos descubrimientos plantean preguntas intrigantes sobre si las intervenciones tempranas podrían influir en estas vías neuronales para promover un desarrollo emocional más saludable.

   La capacidad de identificar a los bebés con riesgo de dificultades emocionales antes de que aparezcan los síntomas conductuales representa un avance significativo en la neurociencia del desarrollo.

    Investigaciones previas han establecido que una alta emocionalidad negativa en la infancia se correlaciona con un mayor riesgo de ansiedad y trastornos de conducta en el futuro, mientras que una baja emocionalidad positiva se vincula con depresión y dificultades sociales posteriores.

   El doctor Phillips señala el potencial de estos datos: "Comprender estos marcadores neuronales tempranos podría transformar nuestra forma de abordar la salud mental infantil, permitiendo intervenciones específicas durante etapas críticas del desarrollo". El equipo de investigación validó sus hallazgos en una muestra independiente de 44 bebés, lo que fortaleció la confianza en estas relaciones entre el cerebro y el comportamiento.

   El uso de la tecnología NODDI en el estudio supone un avance metodológico significativo en la investigación del cerebro infantil. Los métodos de imagen tradicionales suelen tener dificultades para captar la organización sutil del tejido cerebral en desarrollo. La capacidad de NODDI para separar los diferentes componentes tisulares proporciona a los investigadores una visión más clara de cómo maduran y se organizan las vías neuronales durante este período crucial.

   La investigación examinó tres tractos principales de sustancia blanca: el fórceps menor, el haz cingulado y el fascículo uncinado. Cada uno desempeña un papel vital en la conexión de regiones cerebrales esenciales para el procesamiento y la regulación emocional. Los hallazgos tienen relevancia inmediata para la atención pediátrica y el desarrollo infantil temprano. Al identificar marcadores neuronales objetivos del desarrollo emocional, los profesionales clínicos podrían detectar factores de riesgo antes de que surjan problemas de conducta. Este enfoque proactivo podría conducir a intervenciones más tempranas y eficaces.

   Además, el equipo de investigación tuvo en cuenta múltiples factores que podrían influir en el desarrollo cerebral, como la salud mental de los cuidadores, el nivel socioeconómico y las características del bebé. Este enfoque integral refuerza las conclusiones del estudio y sugiere que la microestructura cerebral contribuye de forma fundamental al desarrollo emocional, independientemente de las influencias ambientales.

   Si bien estos hallazgos representan un avance significativo, también abren nuevas vías de investigación. El estudio también destaca la importancia del primer año de vida como un período crítico para el desarrollo cerebral. Durante este tiempo, los rápidos cambios en la organización de la materia blanca sientan las bases para patrones emocionales y conductuales a lo largo de la vida. Comprender estos procesos a nivel neuronal podría orientar todo, desde las prácticas de crianza hasta las políticas de salud pública que apoyan el desarrollo infantil.

   Además, esta investigación ejemplifica el poder de la neuroimagen avanzada para revelar aspectos previamente ocultos del desarrollo cerebral. A medida que la tecnología continúa evolucionando, los científicos obtienen herramientas cada vez más sofisticadas para comprender cómo la organización cerebral inicial configura el comportamiento y la experiencia humanos.

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