MADRID 6 May. (EUROPA PRESS) -
El desorden de horarios, los trastornos del sueño y el exceso de sal son los principales generadores de riesgo cardiovascular, según ha señalado el doctor José María Ordovás, colaborador científico del CNIC y director del Laboratorio de Genómica y Nutrición de la Universidad de Tufts (Boston), durante la reunión que celebran hoy la Sección de Cardiología Preventiva y Rehabilitación de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Fundación Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC).
El desorden de horarios en las comidas así como otros factores ambientales tales como el disponer de luz las 24 horas del día provocan un desajuste en el ritmo de nuestros genes que desemboca en un mal funcionamiento de los mismos, este desacoplamiento ocasiona un estrés metabólico que favorece la aparición de factores de riesgo cardiovascular, como la diabetes, la inflamación, las dislipidemias y la obesidad.
"Quizás con el tiempo los humanos nos iremos adaptando y sobrevivirán mejor aquellos que sus genes tengan mutaciones que les hagan más resistentes al daño producido por estos estilos de vida", ha observado Ordovás. Pero esperar que la evolución siga su curso de una manera pasiva, "no es la solución a la prevención de la enfermedad", así que lo que se debe hacer es "recapturar y vivir las bondades que el estilo de vida mediterránea tiene para nuestros genes", ha recomendado.
Según Ordovás, hay que evitar un factor externo que "apriete el gatillo" de la predisposición genética hacia una enfermedad cardiovascular o de otra índole. Las tres claves básicas en nuestro entorno para prevenir que la estructura de nuestro ADN se altere (Epigenómica) o bien que nuestras mutaciones (Genómica) nos hagan más vulnerables a una enfermedad son "la actividad física regular, dieta saludable y estilo de vida mediterráneo", ha asegurado.
LA FALTA DE SUEÑO FAVORECE LA DIABETES Y LA OBESIDAD
Por otro lado el doctor Javier Nieto, catedrático y jefe del departamento de Ciencias de la Salud Poblacional de la Facultad de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Wisconsin, presentará una serie de estudios en los que se demuestra que la falta del sueño, ya sea por voluntad propia o por otros motivos, acarrea somnolencia y disminución de la actividad física, estimula la aparición de desarreglos hormonales e incrementa la presión arterial y el riesgo de padecer diabetes y obesidad.
En muchos casos, estos factores finalmente desembocan en una enfermedad cardiovascular. En este sentido, por ejemplo, cabe destacar que en un estudio poblacional realizado en España, el 29 por ciento de las personas que dormían menos de seis horas diariamente resultaron ser obesos, el doble de los que dormían alrededor de ocho horas.
Otro de los temas que se destacará en el encuentro de expertos es la excesiva ingesta de sal entre la población española. Actualmente, el consumo de sal se encuentra en 9,8 gramos por persona y día, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud recomienda consumir menos de 5 gramos diarios, ya que la ingesta desproporcionada de alimentos ricos en sodio es uno de los principales incentivadores del origen de la hipertensión arterial, el factor de riesgo más determinante y prevalente, tanto en pacientes con alguna enfermedad cardiovascular como entre la población general.
"Resulta muy difícil controlar cuanto sodio consumimos diariamente, ya que el 75 por ciento proviene de los alimentos. El otro 25 por ciento corresponde a la sal de mesa o la que usamos para cocinar, es decir, la que nosotros mismos elegimos añadir", ha señalado el doctor Juan Manuel Ballesteros, vocal asesor de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
Es por ello que la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición ha puesto en marcha un plan de reducción del consumo de sal que contiene dos líneas básicas de actuación: Una dirigida a sensibilizar a la población destacando la importancia no sólo de añadir menos sal en nuestros platos sino también de fijarnos en el etiquetado de los productos, y otra trabajando con la industria alimentaria para lograr reducir en un 20 por ciento la sal de los productos en España en un período de cuatro años.