MADRID, 29 Jun. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Escuela Médica de Harvard (Estados Unidos) han descubierto que el saco endolinfático actúa como una válvula de liberación de presión para el oído interno, un hallazgo que podría servir para tratar enfermedades como la de Meniere, una afección caracterizada por vértigo, pérdida de audición y zumbido en los oídos.
El oído interno es el órgano sensorial responsable de la audición y el equilibrio y se compone de varias estructuras complejas. En los mamíferos, el sonido es detectado por la cóclea en forma de concha de caracol, y el movimiento de la cabeza es detectado por tres bucles huecos de hueso llamados canales semicirculares.
Todas las estructuras del oído interno están interconectadas y llenas de líquido especializado, el cual se mueve en respuesta a las ondas de sonido o al movimiento de la cabeza. Estos movimientos fluidos sutiles son detectados por las células sensoriales y convertidos en señales neuronales para que el cerebro las procese.
Tanto la presión como la composición química del líquido del oído interno deben mantenerse con cuidado, ya que ciertos trastornos, como la enfermedad de Meniere, se deben a fluctuaciones de presión anormales.
Asimismo, en experimentos con peces cebra con genes mutados con una forma anormal del factor de transcripción lmx1bb, los científicos, cuyo trabajo ha sido publicado en la revista 'eLife', descubrieron que el líquido del oído interno no fluía del saco endolinfático como debería y que la acumulación de líquido hacía que la estructura se hinchara.
Del mismo modo, observaron que normalmente, un poco de líquido también se filtra en el saco cuando se desinfla, si bien no se produjo tal fuga en los peces cebra mutante, lo que sugiere que la estructura se cerró de alguna manera.
Finalmente, con los sucesivos análisis, los expertos comprobaron que los sacos endolinfáticos normales contienen una capa extremadamente delgada de laminillas superpuestas, denominadas 'barreras lamelares'. En la mayoría de los tejidos, las células están estrechamente conectadas y el agua no puede pasar entre ellas, si bien en el saco endolinfático las células parecían tener pequeñas brechas entre ellas, cubiertas por barreras lamelares.
Cuando la presión del fluido aumenta, el saco se infla y las barreras comienzan a separarse. Una vez que se alcanza un cierto punto, las barreras se abren, permitiendo que el fluido salga del saco y alivie la presión.