MADRID, 15 Oct. (EUROPA PRESS) -
El tictac del reloj biológico es especialmente intenso en los ovarios, los órganos que almacenan y liberan los óvulos de la mujer. Entre los 25 y los 40 años, la probabilidad de concebir disminuye drásticamente cada mes. Según el trabajo, esta cuestión va más allá: las células y los tejidos que rodean el ovario desempeñan un papel crucial en la maduración de los óvulos y la rapidez con la que disminuye la fertilidad.
Una nueva investigación de la Universidad de California en San Francisco y Chan Zuckerberg Biohub San Francisco, ambos en Estados Unidos, analizan si la pérdida de fertilidad realmente tiene como principal causa la disminución de la calidad de los óvulos. El trabajo se publica en 'Science'.
"Durante mucho tiempo hemos considerado el envejecimiento ovárico simplemente como un problema de calidad y cantidad de óvulos", apunta la doctora Diana Laird, autora principal del estudio, y profesora de Obstetricia, Ginecología y Ciencias Reproductivas en la UCSF. "Lo que hemos demostrado es que el entorno que rodea a los óvulos (las células de sostén, los nervios y el tejido conectivo) también cambia con la edad".
Comprender estos cambios puede ser la clave no solo para prolongar la fertilidad, sino también para mejorar la salud. Los riesgos de muchas enfermedades relacionadas con la edad aumentan después de la menopausia o la extirpación de ovarios, y retrasar el envejecimiento ovárico podría ayudar a reducirlos.
"Al combinar la tecnología de imagen de vanguardia del laboratorio Laird con la experiencia del Biohub en dos tipos de secuenciación unicelular, pudimos comprender el ovario con un detalle sin precedentes", agrega la doctora Norma Neff, directora de la Plataforma de Genómica del Biohub de San Francisco, quien colaboró con Laird en el trabajo. "Este enfoque tecnológico nos permitió descubrir nuevos tipos de células, sentando las bases para futuros descubrimientos en salud reproductiva".
Laird y sus colaboradores se propusieron describir cómo se ve el envejecimiento normal en los tridimensionales que les permitió visualizar los óvulos en los ovarios sin tener que cortar los órganos en capas finas, como se hacía anteriormente.
En ratones con una edad equivalente a 30 a 40 años humanos, observaron una disminución drástica tanto en los óvulos inmaduros en reposo que esperan en reserva como en los óvulos en crecimiento que comienzan a madurar para la ovulación. Y, al igual que las mujeres de 30 años, los ratones no concibieron fácilmente mediante la fertilización in vitro (FIV).
Cuando los científicos ampliaron sus imágenes 3D a ovarios humanos, descubrieron un hallazgo inesperado: los óvulos no se distribuyen uniformemente por el ovario. En cambio, se agrupan en "bolsas" rodeadas de zonas sin óvulos. Con la edad, la densidad de óvulos en estas bolsas disminuye.
"Fue una sorpresa; supusimos que los óvulos se distribuirían de forma más uniforme según lo que observamos en el ovario en desarrollo", destaca Laird. "Estas bolsas sugieren que, incluso dentro de un mismo ovario, el entorno que rodea a un óvulo puede influir en su duración y en su maduración".
A continuación, los investigadores colaboraron con Biohub para estudiar qué genes se activaban en las células ováricas a medida que envejecían. El tejido ovárico humano es difícil de conseguir, y los óvulos son grandes y extremadamente frágiles. Por ello, en lugar de utilizar dispositivos miniatura estándar que separan y etiquetan las células para secuenciar sus genes activos, el grupo aisló minuciosamente óvulos individuales a mano para separarlos de otras células.
Después de estudiar casi 100.000 células de ratones y humanos, identificaron 11 tipos principales de células que se encuentran en los ovarios, incluida una sorpresa: la glía, un tipo de célula de soporte típicamente asociada con los nervios y más ampliamente estudiada en el cerebro, estaba en los ovarios.
Al mismo tiempo, el estudio reveló que los nervios simpáticos -los mismos nervios implicados en la respuesta de "lucha o huida"- forman redes densas en los ovarios que se vuelven aún más densas con la edad. Cuando los investigadores extirparon estos nervios en ratones, los animales tenían más óvulos de reserva, pero menos que maduraran, lo que sugiere que los nervios ayudan a decidir cuándo comienzan a crecer los óvulos. En conjunto, las observaciones sobre la glía y los nervios simpáticos sugieren un nuevo papel del sistema nervioso en la salud ovárica.
Otras células de soporte llamadas fibroblastos también cambiaron con la edad, provocando inflamación y cicatrización en los ovarios de mujeres de 50 años, años antes de que dichas cicatrices aparezcan en órganos como los pulmones o el hígado.
"Todo esto abre una nueva línea de investigación sobre cómo los nervios, los vasos sanguíneos y otros tipos de células se comunican con los óvulos", confirma Laird. "Nos indica que el envejecimiento ovárico no solo afecta a los óvulos, sino a todo su ecosistema".
Para los investigadores, una de las conclusiones más importantes del nuevo trabajo es la similitud entre los ovarios humanos y de ratón. "Hasta ahora, no estaba del todo claro si podíamos usar ratones como modelo para los humanos en lo que respecta a los ovarios; tenemos ventanas reproductivas muy diferentes", destaca Laird. "Pero las similitudes que observamos en este estudio nos dan confianza en que podemos avanzar en ratones y aplicar estas lecciones a los humanos".
Además, la nueva hoja de ruta para mantener ovarios sanos a lo largo del tiempo ofrece un punto de partida para preguntarse cómo cambia el envejecimiento ovárico en diferentes situaciones. El equipo de Laird ya está iniciando estudios que investigan si algunos fármacos podrían modificar el momento o la velocidad del envejecimiento ovárico. En última instancia, esperan descubrir maneras de ralentizar o retrasar el envejecimiento ovárico, para influir tanto en la fertilidad como en otras enfermedades, como las cardiovasculares, comunes en las mujeres después de la menopausia.
"La fuente de la juventud podría ser, en realidad, el ovario", concluyen las investigadoras. "Retrasar el envejecimiento ovárico podría promover un envejecimiento más saludable en general".