MADRID 5 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio internacional han descubierto cómo las células B dirigen las células T al tejido del granuloma en los pulmones, donde pueden activar los macrófagos para neutralizar las infecciones de tuberculosis, según publican los investigadores en la revista 'Nature Immunology'.
Más de 10 millones de personas enferman cada año de tuberculosis en el mundo, lo que provoca 1,5 millones de muertes. Sin embargo, hasta 2.000 millones de personas están infectadas por 'Mycobaterium tuberculosis', la bacteria causante de la tuberculosis, y por lo demás están sanas y son asintomáticas. Los científicos que estudian la tuberculosis se fijan en los individuos que pueden tolerar y contener la infección con la esperanza de desarrollar mejores tratamientos y vacunas.
La característica clave de la infección tuberculosa en humanos es la formación de granulomas, o grupos de células inmunitarias en los pulmones que contienen la infección. Estos granulomas contienen células B, células inmunitarias polivalentes que desempeñan diversas funciones, desde la producción de anticuerpos hasta la regulación de la actividad de otras células.
Durante años, los investigadores supusieron que estas células B debían estar realizando una función directa específica en los granulomas para controlar la infección tuberculosa, pero en un nuevo estudio, científicos de la Universidad de Chicago y de la Universidad Washington (Estados Unidos), en colaboración con investigadores de Sudáfrica y México, han demostrado que, en realidad, estas células B están dirigiendo refuerzos para ayudar.
En el estudio, el equipo eliminó una a una distintas funciones esperadas de las células B en modelos animales de tuberculosis para acotar las posibilidades de qué componentes impedían la progresión de la enfermedad. Nada parecía marcar la diferencia, tanto si se eliminaban las células plasmáticas que producen anticuerpos como si se anulaban otras funciones de las células B que producen moléculas de señalización inmunitaria.
"No importaba lo que elimináramos individualmente en las células B, no había ninguna diferencia. Todas las funciones previstas que la gente cree que hacen los linfocitos B no eran las que hacían en el pulmón para proteger contra la tuberculosis", afirma Shabaana Khader, doctora, catedrática de Microbiología Bernard y Betty Roizman de la UChicago y autora principal del estudio.
"Pero tenían que estar ahí, porque cuando eliminamos por completo las células B específicas de la tuberculosis, los ratones empezaron a enfermar --añade--. Así que sabíamos que no se trataba de ninguno de los sospechosos habituales".
Además de los resultados en ratones, el equipo observó los mismos resultados cuando eliminaron por completo las células B en modelos de primates no humanos.
Las células B no son las únicas células inmunitarias presentes en el tejido del granuloma. Las células T, otro glóbulo blanco importante del sistema inmunitario, también desempeñan un papel, concretamente las células T CD4+ o "ayudantes" que pueden iniciar respuestas inmunitarias. Tanto las células B como las T interactúan para controlar la progresión de la tuberculosis, pero hasta este estudio no estaba del todo claro en qué medida contribuían e interactuaban unas y otras.
Cuando Khader y su equipo acotaron las posibles funciones de los linfocitos B, vieron que los linfocitos T cooperadores expresan factores de transcripción que a su vez generan subtipos de linfocitos T, incluidos los linfocitos T foliculares cooperadores (Tfh) que se localizan en el tejido del granuloma.
Son estas células similares a las Tfh las que activan a los macrófagos para mantener a raya la infección de tuberculosis rodeando y eliminando las células infectadas, pero las células B les indican dónde ir y se localizan dentro de los granulomas. Así pues, en lugar de controlar directamente la tuberculosis, los linfocitos B señalan a los linfocitos Tfh la dirección correcta para que hagan su trabajo.
"Una forma eficaz de activar los macrófagos es hacer que las células similares a las Tfh acudan allí y los activen, y eso es lo que hacen las células B", explica Khader.
La única vacuna contra la tuberculosis se produjo por primera vez en 1921, y aunque es eficaz para prevenir algunas formas de tuberculosis infantil, su protección es muy variable en los adultos. Entender cómo algunas personas son capaces de controlar la infección por tuberculosis de forma natural podría ayudar a desarrollar mejores versiones en el futuro.
"Si se puede iniciar la respuesta inmunitaria protectora mucho antes, la bacteria nunca tendrá la oportunidad de establecer la infección en el pulmón --explica Khader--. Podríamos fabricar una vacuna que genere el tipo adecuado de respuesta inmunitaria para que, cuando te expongas a la bacteria, ni siquiera seas portador de la infección latente. Así pues, nuestra resolución para el diseño de vacunas es mucho más limpia ahora, ya que sabemos a qué tipos celulares dirigirnos en el pulmón", concluye.