MADRID, 11 Jun. (EUROPA PRESS) -
Un grupo del IDIBELL coordinado por la investigadora del CIBERONC, Mariona Graupera, ha evidenciado en un trabajo, publicado en la revista 'Circulation', que el desarrollo de los vasos sanguíneos depende del estado de maduración de los pericitos que los rodean.
En concreto, en el estudio se describe la maduración de los pericitos durante la angiogénesis y las vías moleculares que regulan este proceso. "Conocer como los pericitos están implicados en el desarrollo vascular puede dar información de qué papel juegan en un entorno patológico", ha explicado Graupera.
Los expertos han identificado y definido los diferentes estados de maduración de los pericitos en función de su morfología y los genes que expresan en cada momento. Así, define la vía de la quinasa PI3K como eje regulador central de la maduración de los pericitos en la angiogénesis.
"La formación de vasos requiere una dinámica de maduración de los pericitos óptima, la cual se consigue a través de una regulación precisa de la vía de la PI3K quinasa", ha apostillado Graupera. Estos descubrimientos dan las claves para poder entender el papel de los pericitos en un ambiente patológico y así poder abordarlo.
REGULACIÓN MOLECULAR DE LA MADURACIÓN DE LOS PERICITOS
Las quinasas PI3K es una familia de enzimas que regulan la señalización celular, además están implicadas en enfermedades congénitas, inflamatorias y en el cáncer. En el contexto de la maduración de los pericitos, sorprendentemente, la variante de la quinasa PI3K que regula el proceso es diferente de la de la mayoría de enfermedades, se trata de la 'b' en lugar de la más frecuentemente implicada en la formación de los vasos sanguíneos 'a'.
Esto convierte la variante 'b' en una candidata ideal para futuros tratamientos, ya que permitiría un ataque más selectivo de aquellas enfermedades causadas por alteraciones en la maduración de los pericitos, sin afectar la actividad de las quinasas que actúan en otros procesos.
Para realizar estos estudios han utilizado técnicas que les permitían determinar los genes que se expresan específicamente en los pericitos de los ratones in vivo. Esto, combinado con el uso de ratones que, gracias a marcadores fluorescentes, les permitían observar pericitos aislados y determinar su morfología, les ha permitido cruzar ambos datos, es decir, determinar el estado de maduración de los pericitos a través de su morfología e identificar los genes que expresan en ese momento.