MADRID 16 Mar. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tufts, en Estados Unidos, han identificado un mecanismo de prueba para la enfermedad de Lyme, que detecta un tipo de anticuerpos que los individuos infectados producen contra una sustancia que la bacteria de Lyme adquiere del huésped para poder crecer.
Según publican en el 'Journal of Clinical Investigation', creen que las pruebas para detectar estos autoanticuerpos --anticuerpos que se dirigen por error a los propios tejidos u órganos de una persona y reaccionan con ellos-- podrían proporcionar a los médicos una forma de diagnosticar antes la enfermedad, saber si el tratamiento con antibióticos está funcionando e identificar a los pacientes que se han reinfectado.
Tanto para los científicos como para los médicos, uno de los 'santos griales' para tratar y curar con éxito la enfermedad de Lyme es desarrollar pruebas que identifiquen antes la enfermedad, muestren cuándo las personas están curadas de la infección y puedan diagnosticar la reinfección.
Ahora, los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tufts afirman haber identificado un mecanismo de análisis de este tipo. Detecta un tipo de anticuerpo que los individuos infectados producen contra una sustancia que la bacteria de Lyme adquiere del huésped para poder crecer.
Los autores del estudio son Peter Gwynne, Luke Clendenen y Linden Hu, del Departamento de Biología Molecular y Microbiología de la universidad, y sus colegas del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
La enfermedad de Lyme, causada por la picadura de una garrapata infectada, suele pasar desapercibida a menos que la persona note la reveladora erupción que se forma alrededor de la picadura.
Puede provocar complicaciones debilitantes a largo plazo, como artritis, fatiga, deterioro mental y, en los casos más graves, ataques al corazón y al tejido cerebral. Causada por la bacteria 'Borrelia burgdorferi', la enfermedad de Lyme suele poder tratarse con antibióticos. Pero en un 10-20% de los casos, los efectos de la enfermedad pueden persistir.
Las pruebas para detectar la enfermedad de Lyme existen, pero tienen limitaciones, recuerda Peter Gwynne, del Departamento de Biología Molecular y Microbiología de la universidad, autor principal del estudio e investigador científico de la Facultad de Medicina de Tufts que recibió un premio Tufts Launchpad Accelerator por su trabajo sobre la enfermedad de Lyme.
"Las pruebas tradicionales de la enfermedad de Lyme pueden dar positivo durante períodos prolongados de tiempo después del tratamiento: años o incluso toda la vida --explica--. Como resultado, en el caso de algunos individuos que sufren síntomas que se asemejan a la infección de la enfermedad de Lyme a largo plazo, los clínicos nunca están seguros de si el paciente tiene la enfermedad de Lyme persistente, se curó y luego se reinfectó, o se curó y está sufriendo de algo más".
"Empezamos este trabajo actual para aprender cómo la Borrelia burgdorferi adquiere nutrientes clave, como las grasas, para crecer --prosigue--. La bacteria del Lyme, a pesar de ser un patógeno muy exitoso, depende mucho más que otras bacterias de la adquisición de nutrientes de su entorno".
"En el proceso de nuestra investigación, descubrimos que el organismo toma las grasas llamadas fosfolípidos directamente de su entorno en el huésped, y las pone en su superficie --resalta Linden Hu, vicedecano de investigación de la facultad y profesor de inmunología Paul y Elaine Chervinsky--. Ese hallazgo nos llevó a buscar si el uso directo de una grasa del huésped por parte de la bacteria podría llevar al sistema inmunitario a reconocerla como una sustancia extraña y crear anticuerpos contra ella".
Lo que los científicos descubrieron es que tanto los animales como los pacientes infectados por la bacteria de Lyme desarrollaron autoanticuerpos contra múltiples fosfolípidos. Dado que los autoanticuerpos pueden ser perjudiciales para el huésped, estos autoanticuerpos están estrechamente regulados y tienden a desaparecer rápidamente una vez que se elimina el factor estimulante.
"Los anticuerpos también parecen desarrollarse mucho más rápidamente que los anticuerpos tradicionales contra la bacteria de Lyme, probablemente porque el cuerpo ha creado previamente estos autoanticuerpos y los ha regulado a la baja", explica Hu.
Mientras que las pruebas actuales dificultan el diagnóstico de la reinfección o del éxito del tratamiento, "los autoanticuerpos antifosfolípidos, por su rápido aumento y su rápida resolución con el tratamiento, pueden colmar estas lagunas como una novedosa prueba adicional --afirma Gwynne--. Pueden permitir saber si el tratamiento ha erradicado la bacteria de la enfermedad de Lyme. Y, por tanto, también permiten saber si un paciente con una infección previa tiene ahora una nueva infección".
Gwynne y Hu tienen pendiente una patente provisional que describe el uso de anticuerpos antifosfolípidos en el diagnóstico de la enfermedad de Lyme. Esperan que, si su descubrimiento se confirma con nuevas investigaciones, una empresa de diagnóstico pueda empezar a desarrollar una versión comercial de su prueba en un par de años.
Una cuestión más importante, que no se examinó en el presente documento, es si estos autoanticuerpos pueden identificar un subconjunto de pacientes que desarrollarán síntomas persistentes de la enfermedad de Lyme después del tratamiento. Hasta el 20 por ciento de los pacientes pueden desarrollar síntomas persistentes después de la enfermedad de Lyme.
En la actualidad, el diagnóstico de estos pacientes se realiza únicamente por los síntomas clínicos, lo que hace probable que se agrupen los pacientes con diferentes causas de sus síntomas. Y es poco probable que los ensayos de tratamiento en pacientes con enfermedad de Lyme persistente muestren beneficios si eso ocurre.
"Los anticuerpos antifosfolípidos se observan con frecuencia en enfermedades autoinmunes como el lupus, y se asocian a coágulos sanguíneos y a la inflamación persistente que causa otras enfermedades --subraya Hu--. Muchos de los síntomas persistentes en los pacientes que siguen teniendo síntomas después de ser diagnosticados con la enfermedad de Lyme son similares a esas enfermedades autoinmunes".
"Si acaba habiendo una relación entre tener síntomas persistentes de Lyme y estos autoanticuerpos, ésta sería la primera prueba que podría utilizarse para distinguir a un grupo de pacientes que tienen la enfermedad de Lyme persistente --prosigue--. Nos permitiría probar nuevas terapias específicas dirigidas a un mecanismo definido".