MADRID, 2 Oct. (EUROPA PRESS) -
La depresión es un trastorno frecuente, que además se manifiesta y desarrolla en pocas semanas. Apatía, malestar, tristeza y ganas de no levantarse son algunos de sus síntomas; otras personas padecen síntomas psicosomáticos, como dolores indeterminados, malestar general o falta de energía.
La Organización Mundial de la Salud explica que la depresión se caracteriza "por la presencia de tristeza, la pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración".
Añade que "puede llegar a hacerse crónica o recurrente y dificultar sensiblemente el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria. En su forma más grave, puede conducir al suicidio". A pesar de resultar muy incapacitante, en la mayoría de los casos se vive en silencio, si no en el entorno inmediato, sí en el ámbito profesional y en todo el entorno social.
La psicóloga Pilar Conde opina que la enfermedad sigue siendo un tabú por el propio sistema sanitario, que "no lo valida como un problema propio y no posee recursos para abarcarlo y dar respuesta a quien lo padece".
Según especifica la experta, "lo que suele hacerse cuando alguien acude al médico de cabecera con síntomas de depresión, es recetarle medicación", pero los procesos depresivos, para superarse, requieren de "una verbalización que se obvia en la mayoría de los casos".
En este sentido se expresa también la Asociación Española de Farmacia Social, que insta a desmedicalizar la depresión. "Existen numerosos estudios que apuntan a que muchos psicofármacos para tratar la depresión están incorrectamente prescritos a pacientes, o no pacientes, que realmente no tienen depresión", matizan desde la asociación.
Esta situación, continúan, se produce ben porque se les ha realizado un diagnóstico incorrecto, o bien porque realmente ni siquiera tienen un diagnóstico y simplemente acuden a la consulta para que se les prescriba algo para el desánimo. No obstante, también alertan de que hay personas que realmente tienen depresión y que están infradiagnosticadas y, en consecuencia, infratratadas.
MOTIVOS DE LA DEPRESIÓN Y PROCESO DE RECUPERACIÓN
- Los motivos de la depresión. Padecen depresión 300 millones de personas en todo el mundo y, en la Unión Europea, los datos hablan de que la padece el 5 por ciento de la población, lo que supone el 12 por ciento de las bajas médicas atribuidas a sus profesionales.
Las cuestiones que pueden derivar en depresión son problemas familiares, de trabajo, de pareja, inseguridad e insatisfacción personal. A éstas, hay que sumar las derivadas del entorno, cada vez más exigente.
"Vivimos en un sistema que requiere una adaptación constante, que obliga al individuo a incrementar ciertos recursos personales para poder adaptarse y sentirse satisfecho en lo que la sociedad, o cada cual, define como el ideal. Si no se alcanza o uno cree no ser capaz de conseguirlo, puede empezar a haber problemas", ha indicado Conde, que considera ésta la razón por la que los datos crecen mientras la enfermedad parece invisible en la sociedad.
Además, el estrés físico y emocional aumentan y se produce un desbordamiento, por tiempo o por capacidades. En ambos casos, conlleva un descuido del cuidado personal, lo que directamente se relaciona con una disminución de obtención de emociones placenteras. De ahí a la tristeza y , luego, a la depresión.
- El proceso de superación. Es necesario acudir al psicólogo y que éste ayude a entender la razón del malestar y cómo puede superarse. En definitiva,acudir a psicoterapia para aprender, según la también directora técnica de Clínicas Origen, a interpretar la realidad desde un punto objetivo y útil. A la vez que se van "reenfocando las emociones negativas, se potencian las positivas y se activan las sensaciones placenteras para que la persona obtenga bienestar en su rutina diaria", explica.
En el proceso, quien cuenta lo que le ocurre siente alivio, según la experta, ya que al comprender lo que le sucede se da cuenta de que lo puede superar. "La persona empieza a realizar ciertos cambios, nota la diferencia y comprueba que sí va a poder salir", indica Conde.
La gravedad mayor o menor de la misma también deberá evaluarla un profesional de la salud mental. Si la terapia no es suficiente o si se encuentra en una fase aguda cuando comienza el tratamiento, la persona deberá ser tratada por el psiquiatra.
Aquí, otra vez, regresan los prejuicios y, más que nunca, reina el silencio social. Se oculta la visita al psiquiatra, aclara la psicóloga, cuando en realidad se trata de un profesional que, junto con la terapia, procede a la prescripción farmacológica recomendada a nivel científico, dado que facilita y acelera la recuperación.