MADRID, 23 May. (EUROPA PRESS) -
Un estudio desarrollado por varias instituciones españolas, entre ellas la Universidad Politécnica de Madrid, ha certificado las ventajas que la práctica de ejercicio físico personalizado puede tener para los niños con cáncer, no solo a nivel psicológico, ya que les proporciona "una vía de escape a su difícil día a día", sino también desde el punto de vista físico.
"Una disminución de la capacidad respiratoria y mayor debilidad muscular, durante y después del tratamiento son algunos de los efectos secundarios más experimentados por los menores que han padecido un cáncer. Muchas veces esto se traduce en una incapacidad para poder desarrollar actividades de la vida diaria que redundan en una importante disminución de su calidad de vida", explica Alejandro San Juan, investigador del Departamento de Salud y Rendimiento Humano de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la UPM y uno de los coautores de este trabajo.
Los avances en los tratamientos contra el cáncer han hecho que el 80 por ciento de los menores a los que se les detecta la enfermedad consigan superarla. Sin embargo, los investigadores señalan que la dureza de los tratamientos empleados, unida a los efectos que tiene a nivel físico la propia enfermedad, hace que los menores "sufran un importante deterioro de su forma física".
Aunque la propia enfermedad y sus tratamientos tienen mucho que ver en esta situación, los investigadores insisten en que la reducida actividad física que tradicionalmente desarrollan los pacientes oncológicos "no ayuda a que el cuerpo se recupere de los tratamientos".
"Sabemos que favorecer la práctica de actividad física de diferente intensidad en los pacientes pediátricos con cáncer mejora sus niveles de intensidad cardiorrespiratoria, su fuerza muscular su bienestar y su movilidad. Así que la pregunta que nos hicimos fue: "¿Y si esa actividad física se fomentase ya desde el mismo momento en que se produce su ingreso hospitalario?", comenta San Juan.
De este modo, los investigadores diseñaron un programa de entrenamiento basado en ejercicio aeróbico más entrenamiento de fuerza que mejorase la forma física y la movilidad funcional en niños con tumores sólidos, y que les permitiese identificar los factores que pudiesen influir en su respuesta individual, tanto a los tratamientos como a la enfermedad.
Se aprovechó el periodo en que los menores tienen que permanecer ingresados para recibir la quimioterapia neoadyuvante, menos agresiva que la quimioterapia convencional, para someter a los menores a pequeños programas de entrenamiento físico, siempre previa autorización médica. Tras la fase de estudio, los investigadores concluyeron que los menores que se habían sometido a la práctica de ejercicio experimentaban mejoras en sus niveles de fuerza y de resistencia cardiovascular, aunque con ciertas variaciones.
"La respuesta al ejercicio fue positiva para la mayor parte de los pacientes. Nuestros resultados demuestran que es necesario tomar conciencia de que la práctica de ejercicio durante la hospitalización es una herramienta terapéutica para los menores. Es necesario diseñar programas personalizados de entrenamiento que permitan mejorar los beneficios que obtienen los pacientes infantiles y adolescentes", concluye el investigador de la UPM.
En el trabajo, que ha recibido el Premio Nacional de Investigación en Medicina del Deporte Liberbank por la Universidad de Oviedo y que ha sido publicado en 'Frontiers in Pediatrics', han participado también investigadores del Servicio de Oncología del Hospital Niño Jesús, el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital 12 de Octubre, y las Universidades de Alcalá de Henares, Europea de Madrid y la Universidad Europea Miguel de Cervantes de Valladolid.