MADRID 2 Ene. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Hospital Clínic de Barcelona y el St. Antonius Hospital de Holanda han demostrado que el aislamiento de las venas pulmonares con cirugía mínimamente invasiva resulta eficaz como tratamiento de la fibrilación auricular refractaria a fármacos en el 65 por ciento de los casos, un porcentaje mayor que el que puede conseguir la ablación mediante catéter.
Así se desprende de los resultados de un estudio recientemente publicado en la edición 'on-line' de la revista 'Circulation', que trataba de valorar la seguridad y eficacia de ambas estrategias terapéuticas. Utilizar una u otra está condicionado por la complejidad de la técnica, el tiempo que requieren y las complicaciones que pueden surgir en el paciente tras su aplicación.
Por ello, el objetivo de ambos equipos era comparar por primera vez en el mundo los dos tipos de ablación en un total de 124 pacientes con distinto grado de fibrilación auricular. En el caso de la cirugía, recurrieron a la toracoscopia, técnica quirúrgica por medio de la cual se accede a la cavidad torácica.
Tras un año de seguimiento, el estudio concluye que la ablación quirúrgica fue eficaz en el 65,6 por ciento de los casos, sobre el 36,5 por ciento de los resultados obtenidos tras la ablación mediante catéter, aunque la cirugía causó un mayor número de complicaciones graves.
Por tanto, explican en el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), la ablación mediante cirugía mínimamente invasiva se presenta como una opción "segura y eficaz" para tratar la fibrilación auricular refractaria al tratamiento farmacológico.
"Disponer de la técnica quirúrgica además de la técnica transcatéter, ofrece la posibilidad de un tratamiento individualizado según las características de los pacientes", ha señalado Lluis Mont, médico investigador del Instituto del Tórax y jefe de la Unidad de Arritmias del Clínic.
La fibrilación auricular es la arritmia cardiaca más común en la práctica clínica, y se caracteriza por la presencia de un ritmo cardiaco irregular, lo que puede ser fuente de trombos y embolias y, como consecuencia, de complicaciones cardiovasculares importantes.
Se calcula que en Europa la padecen cerca de 5 millones de personas, y al ser una enfermedad asociada al envejecimiento, se prevé el aumento de su incidencia en 2,5 veces de aquí al año 2050.