GRANADA 7 Abr. (EUROPA PRESS) -
Una investigación realizada en la Universidad de Granada (UGR) ha demostrado que cuando las pacientes con cáncer de mama no presentan signos de depresión su calidad de vida es prácticamente idéntica a la de una paciente con gripe y no tienen ningún tipo de síntomas emocionales o cognitivos. Por el contrario, cuando se incrementa el nivel de depresión, no sólo se altera la calidad de vida funcional de las pacientes sino incluso la sintomatología consecuente.
Para llevar a cabo este trabajo, su autora realizó un estudio de campo en pacientes con cáncer de mama, con enfermedad común (gripe) y con una enfermedad grave y crónica (fibromialgia). A todas ellas les administró una batería de cuestionarios para medir el estado de depresión y ansiedad, el estilo cognitivo y la calidad de vida. Todas las pacientes con cáncer de mama tenían un buen pronóstico de supervivencia y no había evidencia de metástasis.
La investigación ha demostrado que no es la enfermedad del cáncer, sino la reacción consecuente y las habilidades de afrontamiento de la enferma, así como muy probablemente su entorno social, lo que va a determinar su calidad de vida, según ha informado en un comunicado la Universidad de Granada.
Por otra parte, uno de los resultados más novedosos y significativos de este trabajo resultó de la comparación de las pacientes con cáncer de mama y las pacientes con fibromialgia.
En concreto, la investigadora encontró que la mayoría de las pacientes con cáncer presentaba un nivel de depresión bastante bajo (sólo un 20 por ciento presentan índices de depresión elevados), mientras que en las pacientes con fibromialgia el nivel medio de depresión era indicativo de un estado alterado y casi todas las pacientes (84 por ciento) sufrían niveles de depresión que indicaban la necesidad de tratamiento clínico.
En las pacientes con fibromialgia esto se asocia a una percepción de deterioro de su calidad de vida muy importante (mayor del 60 por ciento), a un claro deterioro de su nivel de funcionamiento (mayor del 50 por ciento).
Este conjunto de resultados parece mostrar, en primer lugar, que una enfermedad como la fibromialgia, que genera síntomas más duraderos y de carácter más psicológico, induce mayores niveles de depresión que una enfermedad como el cáncer, en la que la amenaza vital es mayor pero el componente físico de la enfermedad es también sensiblemente mayor.
Por otra parte, sugiere de nuevo que una gran parte de la pérdida de la calidad de vida se debe a la inducción de estados depresivos consecuentes a la aparición de la enfermedad, más que a la propia enfermedad o a sus consecuencias físicas.
La autora de este trabajo es Carmen Martínez Valero, y lo ha realizado en el Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada.
La investigadora afirma que, si se utilizaran medidas de evaluación tan sencillas como contestar a un cuestionario estandarizado de depresión, "se podrían detectar a las personas con cáncer más vulnerables a desarrollar alteraciones psicológicas y derivarlas a un tratamiento psicológico especializado, donde pudieran aprender estrategias que les permitan afrontar de una manera más adaptativa su nueva situación de enfermedad y de esta manera mejorar su calidad de vida".