MADRID 2 Mar. (EUROPA PRESS) -
Las deficiencias en vitamina B12 pueden multiplicar por cinco el riesgo de defectos de nacimiento, en concreto defectos del tubo neural como la espina bífida, y sobre todo cuando estas carencias se padecen poco antes y después de la concepción, según un estudio que se publica en la revista 'Pediatrics'.
Los resultados del estudio, realizado por investigadores del 'Trinity College' de Dublín, el Panel de Investigación de la Salud de Irlanda y los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, muestran que las mujeres con los niveles más bajos de vitamina B12 tienen cinco veces más riesgo de tener un bebé con un defecto del tubo neural en comparación con las mujeres con los niveles más elevados.
Las mujeres que consumen poca o ninguna carne o alimentos basados en animales son el grupo más propenso de mujeres a tener bajos niveles de B12 junto con aquellas que tienen trastornos intestinales que les impiden absorber suficientes cantidades de la vitamina.
Los defectos del tubo neural son un tipo de defectos de nacimiento que afectan al cerebro y la médula espinal. Uno de ellos, la espina bífida, puede causar una parálisis parcial. Otro tipo, la anencefalia, es un defecto fatal en el que el cerebro y el cráneo se encuentran gravemente infradesarrollados.
Los investigadores saben que tomando otro nutriente, el ácido fólico, durante las semanas anteriores y posteriores a la concepción se reduce en gran medida las posibilidades de defectos del tubo neural. Al ácido fólico es la forma sintética de los folatos.
Los investigadores analizaron muestras de sangre recogidas durante los inicios del embarazo en tres grupos de mujeres irlandesas entre 1983 y 1990. Durante este tiempo, las mujeres embarazadas en Irlanda no solían tomar suplementos vitamínicos. Los autores razonaron que la carencia de suplementos vitamínicos de rutina les permitiría identificar un número suficiente de mujeres con bajos niveles de B12 para su análisis.
Los autores clasificaron a las mujeres en tres grupos. El primero estaba formado por 95 mujeres que estaban embarazadas de un bebé con un defecto en el tubo neural cuando se realizaron el análisis de sangre. Un segundo grupo de 107 mujeres embarazadas cuyo anterior bebé había nacido con uno de estos defectos pero no afectadas en el actual. El tercer grupo incluía a 76 mujeres que gestaban bebés con un defecto del tubo neural como en el primer grupo pero que procedían de un estudio distinto. Los investigadores midieron sus niveles de vitamina B12 y folatos y los compararon con los de los grupos control de embarazos sin defectos.
Los resultados mostraron que en los tres grupos, las mujeres con bajos niveles de B12, menos de 250 ng/L antes del embarazo, tenían entre 2,5 y 3 veces más riesgo de tener un niño con un defecto en el tubo neural en comparación con aquellas con los niveles más altos. Las mujeres del rango más deficiente, entre 0 y 149 ng/L, tenían hasta 5 veces más riesgo que las mujeres que tenían los niveles más altos.
VIGILANCIA B12/FOLATOS
Los autores señalan que se desconoce cómo podrían interactuar vitamina B12 y folatos para influir en la formación del tubo neural, la estructura embrionaria que da lugar a la médula ósea y el cerebro. Señalan que ambas vitaminas participan en varias reacciones bioquímicas clave así como en la síntesis del ADN. La carencia de vitamina B12 o folatos en cualquiera de estos procesos químicos podría aumentar el riesgo de defectos en el tubo neural.
Los investigadores explica que estos resultados deberán confirmarse en posteriores estudios pero sugieren que las mujeres deberían tener niveles de vitamina B12 superiores a los 300 ng/L antes de quedarse embarazadas.
Según los autores, dado que la vitamina B12 procede de alimentos de origen animal, las mujeres que siguen una dieta vegetariana estricta podrían tener un mayor riesgo de deficiencias. Además advierten de la necesidad de asesoramiento antes del embarazo en aquellas mujeres con trastornos de absorción de alimentos.
Los episodios clave de la formación del cerebro y la médula espinal se producen en los primeros 28 días posteriores a la concepción, antes de que muchas mujeres sean conscientes de que están embarazadas.