MADRID, 11 Mar. (EUROPA PRESS) -
Los tumores de mama en ratones de laboratorio deficientes en vitamina D crecen más rápido y son más propensos a la metástasis que los tumores en ratones con niveles adecuados de vitamina D, según un estudio preliminar realizado por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos.
La investigación señala una relación directa entre los niveles circulantes de vitamina D y la expresión de un gen llamado ID1, que se sabe que está asociado con el crecimiento tumoral y la metástasis del cáncer de mama.
El hallazgo se basa en varios estudios previos que sugieren que los niveles bajos de vitamina D no sólo aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de mama de una persona, sino que también se correlacionan con tumores más agresivos y peor pronóstico.
Aunque la investigación se llevó a cabo principalmente en ratones y en células de ratón, los autores vieron en un estudio de 34 pacientes con cáncer de mama que los niveles circulantes de vitamina D estaban inversamente correlacionados con los niveles de expresión de la proteína ID1 en sus tumores y confirmaron que un metabolito de la vitamina D controla directamente la expresión del gen ID1 en una línea celular de cáncer de mama humano.
"A pesar de que hay que hacer mucha más investigación, el trabajo de nuestro laboratorio y otros sugiere que las personas con riesgo de cáncer de mama deben conocer sus niveles de vitamina D y tomar medidas para corregir cualquier deficiencia", aconseja Brian Feldman, profesor asistente de Pediatría y autor principal del estudio, que se publica en la edición digital de este miércoles de 'Endocrinology'.
Los investigadores enfatizan que sus resultados no implican que más vitamina D sea siempre mejor. Corregir una deficiencia es muy diferente de tomar más de la dosis recomendada, que el Instituto de Medicina de Estados Unidos dice que es de 600 unidades internacionales (UI) por día para las personas de 70 años o más jóvenes, y 800 UI para los adultos mayores. Se estima que los niveles excesivos oscilan entre 4.000 y 10.000 UI por día y estos se han relacionado con daño a los riñones, el sistema cardiovascular y otros órganos.
No todas las organizaciones médicas están de acuerdo en la cantidad óptima de vitamina D. La confusión se deriva en parte del hecho de que, a pesar de que puede ser ingerida a través de los alimentos y suplementos nutricionales, nuestro cuerpo también puede producir vitamina D con la ayuda de los rayos ultravioletas del sol, por lo que es difícil saber exactamente la cantidad que cualquier individuo puede tener que tomar y esa cantidad puede variar a lo largo del año.
Los que no reciben suficiente exposición al sol o las personas con piel más oscura son más propensos que aquellos de piel clara cuyo tiempo al aire libre les hace ser deficientes en vitamina D. El uso de protector solar también puede afectar a la síntesis de vitamina D.
Una vez ingerida o fabricada por el cuerpo, la vitamina D se convierte a través de una serie de pasos en su forma activa, el calcitriol, que se une a una proteína en las células llamada receptor de la vitamina D, que entonces entra en el núcleo de la célula para controlar la expresión de una variedad de genes, incluyendo los implicados en la absorción de calcio y la salud de los huesos.
Se conoce bien la existencia de una relación entre la vitamina D y el metabolismo del calcio, pero recientemente los investigadores han empezado a sospechar que la vitamina D puede afectar a muchos otros procesos biológicos importantes, incluyendo la progresión del tumor. Sin embargo, no está claro exactamente en qué paso del desarrollo del cáncer puede afectar la vitamina D.
TUMORES SIETE DÍAS ANTES EN RATONES CARENTES DE VITAMINA D
En el nuevo estudio, los científicos Jasmaine Williams y Abhishek Aggarwal, investigaron si los niveles de vitamina D afectan a la capacidad metastásica de las células de cáncer de mama de ratón implantadas en la almohadilla de grasa mamaria de ratones de laboratorio. Se alimentó a un grupo de diez ratones con una dieta carente de vitamina durante diez semanas y otros diez recibieron una dosis normal en su comida.
Los roedores alimentados con una dieta deficiente en vitamina D desarrollaron tumores palpables un promedio de siete días antes que sus compañeros y después de seis semanas de crecimiento, esos tumores fueron significativamente mayores en tamaño que los de los animales con niveles adecuados de vitamina D.
Luego, los investigadores examinaron dos líneas bien caracterizadas de células tumorales de ratón,168FARN y 4T1. Estudios anteriores han demostrado que las células de cualquier grupo forman tumores cuando se implantan en ratones de laboratorio, pero sólo 4T1 resulta en tumores agresivos que se propagan a otras partes del cuerpo del animal.
Los investigadores encontraron que la línea celular 4T1 expresa niveles significativamente más bajos de la proteína del receptor de la vitamina D. Cuando las células 168FARN genéticamente modificadas tenían también niveles más bajos de lo normal de la proteína VDR, las células comenzaron a comportarse más como las células 4T1, moviéndose más libremente en una placa de laboratorio y, cuando se inyectaron en 10 ratones, crecieron de manera agresiva.
En seis de estos animales, las células cancerosas modificadas generaron metástasis en el hígado durante el transcurso de cuatro semanas. Por el contrario, ninguno de los tumores en los diez ratones que recibieron células 168FARN no modificadas genéticamente se diseminaron al hígado durante el periodo de estudio.
Para identificar cómo la vitamina D podría estar afectando a la metástasis, los científicos analizaron la expresión de genes en los tumores que se desarrollaron en ratones con diferentes niveles de vitamina D en su dieta y en los tumores de los roedores inyectados con células 168FARN modificadas o no alteradas.
De esta forma, los autores encontraron que en los casos en los que la vitamina D era deficiente en la dieta o en cuyas células había desaparecido la mayor parte de la proteína VDR, las células tumorales expresan más de un gen llamado ID1, que se ha demostrado que desempeña un papel en la metástasis del cáncer de mama. Investigaciones posteriores mostraron que VDR se une directamente a un tramo de ADN cerca del gen ID1 y suprime su expresión tanto en células de ratón como humanas.
"Nuestro estudio muestra que la deficiencia en los niveles de vitamina D o una incapacidad de las células tumorales para responder apropiadamente a la presencia de la vitamina D es suficiente para activar las células cancerosas no metastásicas para convertirse en metastásicas", dice Feldman. "Es suficiente para acelerar significativamente la progresión tumoral en nuestro modelo de ratón. Se necesitan más estudios, pero esta asociación directa entre los niveles de vitamina D y la expresión ID1 es muy interesante para nosotros", concluye.