MADRID, 21 Oct. (EDIZIONES) -
La Organización Mundial de la Salud especifica que, actualmente, cerca de 450 millones de personas en todo el mundo están afectadas por un trastorno mental o de la conducta. Y los niños y los adolescentes no están excluidos de sufrirlos.
El psicólogo clínico especialista en trastornos de conducta de ITA Argentona TC, Daniele Cipriano, matiza en una entrevista con Infosalus el concepto de 'trastorno en niños y adolescentes'. "Si aceptamos esta idea es como si cogiéramos un dibujo de una familia y recortáramos un niño, definiendo un problema en medio de la nada, quitándolo de su contexto", explica el experto.
"Los profesionales lo podemos hacer incluso peor, coger el niño y recortarle el cuerpo, dejando sólo la cabeza o, mejor dicho, el cerebro. De esta forma reduciríamos el problema a una cuestión de bioquímica", continúa Cipriano, que valora que "esta premisa es fundamental para poder hablar de la comprensión y el tratamiento de estos problemas".
En este contexto, el psicólogo de ITA desvela que los trastornos mentales más frecuentes en niños y adolescentes son el negativista-desafiante y el trastorno de conducta, según el sistema de clasificación de los trastornos mentales más utilizado por los profesionales de la salud, puntualiza.
"El primero se presenta más en la infancia y describe un niño que presenta una serie de comportamientos persistentes y continuados de falta de respeto a las normas y a la autoridad y una gestión de las relaciones, tanto con los adultos como con los iguales, basada en la agresividad y la violencia", explica Cipriano.
Por su parte, el trastorno de conducta, en cambio, "aparece más en la adolescencia y se configura como un agravamiento de las conductas antinormativas, transgresoras y violentas", puntualiza el psicólogo, que añade a este segundo cuadro diagnóstico comportamientos como robos, peleas, fugas de casa o absentismo escolar.
Cipriano sitúa el origen de este tipo de problemas en dificultades de "origen múltiple" y destaca "características de personalidad, perfiles cognitivos, dinámicas relacionales, problemas de identidad o traumas". "Cuando pensamos en las dificultades de los menores tenemos que exigirnos no caer en el simplismo a la hora de explicar ciertas conductas problemáticas", recuerda el psicólogo.
Asimismo, el experto especifica que no tienen por qué aparecer en la infancia y asentarse en la adolescencia necesariamente. "La investigación y la experiencia clínica nos indica que se dan las dos situaciones: trastornos que empiezan en la infancia y se mantienen durante la adolescencia, generando, por lo general, unos patrones de actuación y relación que resultan más difícil de cambiar y otro perfil que hace su aparición en la etapa de la adolescencia", señala Cipriano.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
En cuanto al diagnóstico, el experto de ITA apunta que "es fácil detectar que hay problemas puesto que se hacen muy evidentes en la convivencia cotidiana" e insiste en que "otra cosa es comprender las dificultades que pueden estar detrás de estos problemas". "Muy a menudo hay detrás otras dificultades que los clínicos suelen etiquetar como trastorno por déficit de atención, trastorno del espectro autista o trastornos por adaptación", agrega.
Así, a juicio del experto, "un buen diagnóstico tiene que ir más allá de las etiquetas y nos tiene que ayudar a entender cómo interactúan las variables de personalidad y los perfiles cognitivos de los menores que tratamos en el contexto de los adultos que los educan".
En cuanto al tratamiento, Cipriano especifica que "la evidencia científica apunta a que los programas de entrenamiento para padres son la intervención más efectiva a la hora de afrontar estas dificultades".
Además, "si van acompañadas de una intervención individual para el menor, su eficacia suele aumentar", concreta el experto, que agrega que en ITA trabajan "todas las áreas afectadas por el trastorno" y cuentan "con un equipo multidisciplinar que ayuda a la recuperación".
Cipriano añade, además, otras dos claves. En primer lugar, considera que "la medicalización de estos trastornos tendría que ser la última opción" y cree que "un factor importante es la implicación de todos los agentes sociales implicados, principalmente la escuela".
La 'cura' de estos problemas será "aprender o volver a aprender a tener cuidado el uno del otro. Por lo general, en los casos que nos ocupan aquí, las dinámicas se mueven alrededor de la agresividad y el abuso de poder. Por lo tanto, 'curar' a las personas involucradas en estos problemas es enseñarles a tener cuidado el uno del otro mediante la comprensión y la empatía mutua y volver a encontrarse en un espacio de convivencia basado en la escucha y el respeto", concluye el experto.