¿Creías que habías recuperado el olfato tras el COVID? Puede que estés equivocado

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Archivo - Oler una mandarina. - DIMA BERLIN/ ISTOCK - Archivo
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Publicado: viernes, 26 septiembre 2025 7:42

MADRID, 26 Sep. (EUROPA PRESS) -

   Las personas que sospechan que su sentido del olfato se ha visto afectado tras un episodio de COVID-19 probablemente tengan razón, según un nuevo estudio colaborativo de varias organizaciones de investigadores de Estados Unidos realizado con una prueba objetiva de 40 olores. Incluso quienes no notan ningún problema olfativo podrían estar afectados.

   El nuevo estudio en 3.535 hombres y mujeres, que se publica en la revista 'JAMA Network Open', es el más grande hasta la fecha que examina la pérdida del olfato después del COVID-19 mediante una prueba formal. Así, liderado por la iniciativa RECOVER de los Institutos Nacionales de Salud y apoyado por su Núcleo de Ciencias Clínicas en NYU Langone Health, un equipo de investigadores de todo el país exploró un vínculo entre el coronavirus que causa COVID-19 y la hiposmia, la capacidad reducida para oler.

EL 23% PRESENTÓ UN DETERIORO GRAVE

   Los resultados revelaron que el 80% de los participantes que reportaron un cambio en su capacidad olfativa después de haber tenido COVID-19 obtuvieron puntuaciones bajas en una prueba clínica de detección de olores realizada aproximadamente dos años después. De este grupo, el 23% presentó un deterioro grave o perdió por completo el sentido del olfato.

   Cabe destacar que el 66% de los participantes infectados que no notaron ningún problema de olfato también obtuvieron puntuaciones anormalmente bajas en la evaluación, dicen los autores.

   "Nuestros hallazgos confirman que quienes tienen antecedentes de COVID-19 pueden tener un riesgo especial de tener un sentido del olfato debilitado, un problema que ya está poco reconocido entre la población general", desarrolla la coautora principal del estudio, la doctora Leora Horwitz.

   Horwitz, profesor del Departamento de Salud Poblacional y Medicina de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos), añade que el 60% de los participantes no infectados que no informaron problemas olfativos también tuvieron malos resultados durante la evaluación clínica.

La hiposmia se ha relacionado desde hace tiempo con la pérdida de peso, la reducción de la calidad de vida y la depresión, entre otros problemas. Según los expertos, quienes tienen el olfato disminuido también pueden tener dificultades para detectar peligros como alimentos en mal estado, fugas de gas y humo.

Además, los científicos han señalado la disfunción olfativa como una señal temprana de ciertos trastornos neurodegenerativos, como el Parkinson y el Alzheimer, que pueden afectar la región cerebral encargada del procesamiento de los olores. Si bien investigaciones anteriores han identificado la hiposmia como un síntoma de la infección por coronavirus, la mayoría de estos estudios se han basado en las propias evaluaciones de los pacientes sobre su capacidad olfativa. Estas medidas subjetivas no siempre son fiables y no pueden medir eficazmente la gravedad y la persistencia del problema, señala Horwitz.

   Para la investigación, el equipo de investigación evaluó a miles de estadounidenses que participaron en el estudio RECOVER para adultos, un análisis multicéntrico diseñado para esclarecer los efectos a largo plazo del coronavirus en la salud. A lo largo del estudio, personas con y sin antecedentes de COVID-19 completaron encuestas sobre sus síntomas cada 90 días, desde octubre de 2021 hasta junio de 2025.

   Para medir la función olfativa, el equipo utilizó una herramienta clínica: la Prueba de Identificación de Olores de la Universidad de Pensilvania (UPSIT). En esta evaluación de rascado y olfato, considerada la prueba de referencia en su tipo, se pidió a los participantes que identificaran 40 aromas seleccionando la opción de opción múltiple correcta para cada uno. Cada respuesta correcta otorgaba un punto, y la puntuación total de la UPSIT se comparaba con una base de datos de miles de voluntarios sanos del mismo sexo. Según los resultados, la capacidad olfativa se clasificó como normal, levemente alterada, moderadamente alterada, gravemente alterada o completamente ausente.

   "Estos resultados sugieren que los profesionales de la salud deberían considerar la realización de pruebas para detectar la pérdida del olfato como parte rutinaria de la atención pos-COVID", subraya Horwitz. "Aunque los pacientes no lo noten de inmediato, una nariz opaca puede tener un profundo impacto en su bienestar mental y físico".

   Los expertos están explorando maneras de recuperar la capacidad olfativa tras la COVID-19, como la suplementación con vitamina A y el entrenamiento olfativo para reconfigurar la respuesta del cerebro a los olores. Comprender mejor cómo el coronavirus afecta los sistemas sensoriales y cognitivos del cerebro podría ayudar a perfeccionar estas terapias, señala Horwitz.

   Horwitz advierte que el equipo del estudio no evaluó directamente la pérdida del gusto, que suele acompañar a los problemas de olfato. Además, es posible que algunos participantes no infectados fueran clasificados erróneamente debido a la falta de pruebas universales para el virus. Esto podría ayudar a explicar la tasa sorprendentemente alta de hiposmia identificada en personas sin antecedentes de COVID-19.

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