MADRID, 21 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un estudio del Centro Oncológico de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) ha descrito una nueva estrategia contra las células metastásicas: al desactivar un paso importante del reciclaje celular, estas células no pueden sobrevivir al estrés de viajar a través del cuerpo para contribuir a la metástasis.
"Las células altamente metastásicas salen de su hogar feliz y tienen una serie de tensiones sobre ellas. Una manera en que la célula puede lidiar con las tensiones es eliminando los desechos celulares o los componentes celulares dañados y reciclándolos. Cuando apagamos la actividad de las estructuras celulares llamados lisosomas, que una célula utiliza para reciclar, las células metastásicas no pueden sobrevivir a estas tensiones", explica Michael J. Morgan, uno de los autores del estudio, que ha sido publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.
La palabra autofagia significa en griego 'comerse a sí mismo'. Básicamente, en el caso de las células cancerosas, la autofagia requiere el acaparamiento y la degradación de las estructuras dañadas o innecesarias dentro de la célula para sobrevivir a situaciones que de otro modo las matarían. Primero, lo que se 'come' es engullida por una estructura llamada autofagosoma. El autofagosoma tiene dos paredes celulares, una interna y una externa, y entre estas membranas hay pequeños paquetes peligrosos llamados lisosomas. Una vez dentro de la membrana externa del autofagosoma, los lisosomas entregan moléculas para descomponer lo que se reciclará.
"Lo sorprendente fue que no fue el proceso de la autofagia lo que fue específicamente importante para la célula metastásica. Si inhibes la autofagia en una etapa temprana, puedes reducir el crecimiento celular de células metastásicas y no metastásicas. Pero si bloqueas la función lisosómica de la autofagia de última etapa, golpea estas células metastásicas mucho más y mueren", apunta Morgan.
El estudio actual muestra que es la acción de los lisosomas la que es específicamente importante para las células cancerosas metastásicas. Los investigadores vieron esto como la diferencia entre inhibir genéticamente toda la autofagia y usar la cloroquina, que inhibe la acción de los lisosomas. Cuando inhibieron genéticamente toda la autofagia, el crecimiento de las células cancerosas tanto metastásicas como no metastásicas se redujo algo; cuando usaron cloroquina para inhibir la función tanto autofágica como lisosómica, las células no metastásicas disminuían de manera similar, mientras que las células metastásicas se mataban de manera eficiente.
"Había 'algo' acerca de los lisosomas que era específico de estas células metastásicas", señala el investigador. Para descubrir este 'algo", el grupo realizó ingeniería inversa de células resistentes a la cloroquina. Lo hicieron cultivando células metastásicas en presencia de pequeñas cantidades de cloroquina. Muchas células murieron, pero las que vivieron fueron trasplantadas y cultivadas nuevamente con cloroquina, lo que les permitió desarrollar resistencia a la cloroquina durante generaciones. Para cuando estas células cancerosas metastásicas habían evolucionado para resistir la cloroquina, también habían perdido su potencial metastásico.
"La puerta gira en ambas direcciones. Cuando seleccionamos las células que resistieron a la cloroquina, se volvieron no metastásicas. Y cuando seleccionamos células metastásicas, adquirieron sensibilidad a la cloroquina. Dejaron de crecer y murieron porque, de repente, llegaron a depender de la acción del lisosoma que la cloroquina quita", detalla Morgan.