MADRID, 10 Jun. (EUROPA PRESS) -
El confinamiento y las cuarentenas relacionadas con la pandemia de COVID-19 han tenido un gran impacto en la vida cotidiana de las personas en todo el mundo y eso incluye la forma en que la gente duerme, según dos estudios publicados en la revista 'Current Biology'.
Ambos estudios muestran que los horarios escolares y laborales relajados y el mayor tiempo que se pasa en casa han hecho que la gente duerma más en promedio con menos "jetlag social", como lo indica un cambio reducido en el tiempo y la duración del sueño en los días de trabajo en comparación con los días libres. Pero, al mismo tiempo, uno de los estudios también encuentra que la pandemia ha cobrado un precio cuando se trata de la calidad del sueño autodeclarada.
"Por lo general, esperaríamos que una disminución del jetlag social se asocie a los informes de mejora de la calidad del sueño. Sin embargo, en nuestra muestra, la calidad general del sueño disminuyó. Creemos que la carga autopercibida, que aumentó sustancialmente durante este cierre sin precedentes de COVID-19, puede haber superado los efectos, por lo demás beneficiosos, de un jetlag social reducido", explica Christine Blume, del Centro de Cronobiología de la Universidad de Basilea (Suiza).
En su estudio, los investigadores exploraron los efectos de la fase más estricta del bloqueo de COVID-19 en la relación entre los ritmos sociales y biológicos, así como en el sueño durante un período de seis semanas desde mediados de marzo hasta finales de abril de 2020 en Austria, Alemania y Suiza.
Sus datos mostraron que el bloqueo redujo el desajuste entre el ritmo social y biológico de sueño-vigilia, ya que la gente empezó a trabajar desde casa más y a dormir más horas regulares de un día para otro. La gente también durmió unos 15 minutos más cada noche. Sin embargo, los datos autodeclarados indicaban una percepción de que la calidad del sueño había disminuido.
En el otro estudio, Kenneth Wright, del Laboratorio de Sueño y Cronobiología de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos) hicieron preguntas similares al comparar el sueño antes y durante las órdenes de quedarse en casa en 139 estudiantes universitarios cuando pasaron de tomar sus clases en persona a tomarlas a distancia. Como informa el equipo, la duración del sueño nocturno aumentó unos 30 minutos durante los días de semana y 24 minutos los fines de semana. El tiempo de sueño también se hizo más regular de día en día, y hubo menos jetlag social.
Los estudiantes se quedaron despiertos unos 50 minutos más tarde mientras estaban en casa durante la semana y unos 25 minutos más tarde los fines de semana. Los estudiantes que tendían a dormir menos antes de que los efectos de COVID-19 se afianzaran, mostraron el mayor aumento en la cantidad de sueño después de dejar de ir a las clases presenciales. Después de que entraron en vigor las órdenes de quedarse en casa, el 92 por ciento de los estudiantes consiguieron las 7 horas o más de sueño recomendadas por noche, en comparación con el 84 por ciento anterior.
"No es sorprendente que esta situación sin precedentes de la pandemia y el encierro aumentara la carga de la autopercepción y tuviera efectos adversos en la calidad del sueño. Sin embargo, como nota positiva, la relajación de los horarios sociales también condujo a una mejor alineación entre los factores externos o sociales que determinan nuestro tiempo de sueño-vigilia y las señales biológicas internas de nuestro cuerpo. Esto también se asoció con un mayor número de horas de sueño en general", indica Blume.
Desde la perspectiva de la salud del sueño, el aumento de la duración y la regularidad del sueño son cambios bienvenidos, dicen los investigadores. Para aquellos que tienen problemas con la calidad del sueño, Blume sugiere realizar actividad física a cielo abierto.