MADRID, 3 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un estudio publicado en la revista 'Cell Reports' ha caracterizado en ratones las convulsiones 'silenciosas' típicas del síndrome de Dravet, una forma grave de epilepsia, y ha identificado el área del cerebro que podría tratarse para detenerlas. Además, se han logrado dos formas de detenerlas en estos animales.
A los 3 meses de edad, los bebés con síndrome de Dravet comienzan a tener convulsiones, durante las cuales sus brazos y piernas se sacuden repetidamente. A medida que se convierten en niños pequeños, comienza a aparecer otro tipo de convulsión. Estas convulsiones no son convencionales, sino que interrumpen la conciencia y pueden ocurrir más de 50 veces al día. A menudo, pasan desapercibidas por los padres y los médicos.
"Pudimos identificar el punto exacto en el cerebro que causa las convulsiones. Este descubrimiento nos permitió desarrollar dos nuevas estrategias para prevenirlas en ratones que simulan tener el síndrome de Dravet", explica la autora principal del estudio, la doctora Jeanne Paz, de los Institutos Gladstone (Estados Unidos).
Casi 8 de cada 10 pacientes con síndrome de Dravet tienen una mutación genética que causa retrasos en el desarrollo y convulsiones, que pueden incluso conducir a la muerte súbita. Los niños afectados también tienen déficits cognitivos, dificultades para dormir y conductas similares al autismo.
Estudios previos en animales han demostrado que estas convulsiones se producen cuando las células inhibitorias no están lo suficientemente activas en una región del cerebro llamada corteza cerebral. Desde entonces, el campo científico se ha centrado en encontrar tratamientos para mejorar la función de esas células. Paz y su laboratorio, por otra parte, estudian una región diferente del cerebro, el tálamo, que desempeña un papel importante en la cognición, el sueño, la atención y la conciencia.
"Todos estos elementos están alterados en los pacientes con síndrome de Dravet de una manera que es poco probable que sea causada solo por cambios en la corteza cerebral. Queríamos ver qué sucede en esta región del cerebro y cómo podrían alterarse sus células en el contexto de este síndrome", relata Paz.
Los investigadores esperaban que las células inhibitorias en el tálamo fueran menos activas, de manera similar a las de la corteza cerebral. Sorprendentemente, vieron lo contrario. La investigadora utilizó electroencefalografía (EEG) para registrar las ondas cerebrales y detectar anomalías en la actividad cerebral en ratones con síndrome de Dravet. También observaron que las convulsiones denominadas de ausencia atípicas eran mucho más frecuentes y ocurrían cientos de veces al día en algunos ratones.
CONVULSIONES 'SILENCIOSAS'
Se llaman atípicas porque duran más de 10 a 30 segundos en promedio, que los que se observan en niños con epilepsia de ausencia típica, y ausencia, porque los pacientes parecen estar mentalmente ausentes durante los ataques, ya que pierden el conocimiento pero sin colapsar. La doctora Paz se refiere a estas convulsiones como 'silenciosas' ya que pueden pasar desapercibidas sin un EEG.
Estas convulsiones en pacientes con síndrome de Dravet son particularmente difíciles de tratar en comparación con otros tipos. Incluso los últimos tratamientos no son efectivos para prevenirlas o detenerlas. Por ejemplo, los fármacos basados en cannabis pueden reducir la cantidad de convulsiones, pero tienen poco impacto en la frecuencia de estas convulsiones silenciosas.
En este nuevo estudio, Paz ha identificado dos formas de detener este tipo de convulsiones en ratones. Primero, ella y su equipo manipularon la actividad de neuronas específicas en el cerebro del ratón utilizando optogenética, un enfoque que hace posible controlar la actividad de las neuronas con luz láser. Desarrollaron métodos para detectar convulsiones y, al detectarse, cambiaron rápidamente la actividad de las neuronas en el tálamo para detener las convulsiones.
"Este enfoque nos permitió identificar las células específicas y la actividad cerebral requerida para iniciar y abortar las convulsiones en modelos del síndrome de Dravet. Había sido difícil hacer esto en el pasado, porque las convulsiones involucran una red muy grande de células. Por lo tanto, fue crucial para nosotros detectarlas inmediatamente en su lugar de origen", detalla la investigadora.
La optogenética no se puede usar en humanos todavía, por lo que Paz buscó un medicamento farmacológico que pudiera lograr el mismo resultado. Encontró que un medicamento llamado 'EBIO1' reducía la activación de las células inhibitorias en el tálamo. Cuando los ratones modelo Dravet fueron tratados con este medicamento, sus ataques se redujeron notablemente y, en algunos casos, incluso se detuvieron.
"Es muy emocionante que ya exista un medicamento aprobado que apunte a la actividad cerebral que encontramos que causa estas convulsiones. Por lo que sabemos, nunca se ha utilizado en la epilepsia, pero no se informaron efectos secundarios cuando se usó en ensayos clínicos para trastornos del movimiento", argumenta.