MADRID 22 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio ha revelado que las comunidades racializadas e indígenas de Europa, América del Norte y América Central se enfrentan a tasas significativamente más altas de enfermedades cardiovasculares (ECV), y que las deficiencias en los datos sanitarios están agravando el problema.
Las ECV son la principal causa de muerte en todo el mundo, pero no afectan a todas las personas por igual. Los autores explican que, en muchos países, las personas negras, del sur de Asia e indígenas tienen tasas más altas de enfermedades cardíacas, diabetes o hipertensión arterial en comparación con las poblaciones blancas. Sin comprender quiénes corren mayor riesgo y por qué, los sistemas de salud no están preparados para proporcionar una atención justa y eficaz.
La investigación ha sido realizada conjuntamente por dos científicos de la Universidad McMaster (Canadá) como parte de la comisión de 'The Lancet Regional Health-Europe' sobre las desigualdades y disparidades en la salud cardiovascular, anunciada en junio de 2024. Los resultados se presentarán en el Congreso 2025 de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) en Madrid el 29 de agosto.
"La novedad de esta investigación radica en las pruebas exhaustivas y transregionales que demuestran que estas disparidades no son aleatorias, sino que están profundamente ligadas a desventajas sociales como la pobreza, las malas condiciones de vivienda y el acceso limitado a la atención sanitaria. Los resultados muestran que las mujeres de comunidades marginadas se ven especialmente afectadas", afirma Sonia Anand, autora principal de la investigación y profesora del Departamento de Medicina de McMaster.
Una cuestión clave que destaca el estudio es la inconsistencia en la recopilación y la comunicación de datos raciales en los sistemas de salud a nivel mundial. Esta laguna limita la capacidad de identificar los grupos de alto riesgo de ECV, adaptar la prevención y el tratamiento, y diseñar políticas que aborden el riesgo.
Por ejemplo, en Canadá, la etnia se recopila en el censo, pero no en las bases de datos administrativas de atención médica, lo que dificulta el seguimiento de las disparidades en entornos clínicos en tiempo real. En Europa, la mayoría de los países carecen de datos estandarizados sobre etnia en la atención médica. Se utilizan medidas sustitutivas, como el país de nacimiento, que son inadecuadas para comprender los riesgos para la salud.
Por su parte, en México, América Central y el Caribe, rara vez se recopilan datos sobre etnia y raza, y los datos sobre la salud de los indígenas son especialmente escasos. En Estados Unidos, la raza y la etnia se recopilan de forma más sistemática, pero las categorías no son lo suficientemente detalladas, especialmente dentro de grupos diversos como los asiático-americanos.
"Esta investigación pone de relieve un punto ciego crítico en los sistemas de salud mundiales: sin datos precisos sobre la raza y la etnia, las desigualdades en la salud cardíaca siguen ocultas y sin abordar", afirma Sujane Kandasamy, coautora del estudio y profesora adjunta del Departamento de Medicina de McMaster.
El estudio cuenta con una sección especial dedicada a las poblaciones indígenas de cada región del mundo, y muestra que los pueblos indígenas, independientemente de la región, siguen viéndose afectados por la marginación y otros efectos del colonialismo que han alterado sus estilos de vida tradicionales y saludables.
La sección, dirigida por el coautor Miles Marchand, cardiólogo indígena de la Universidad de Columbia Británica, muestra que las poblaciones indígenas que han mantenido o recuperado sus estilos de vida tradicionales presentan una mejor salud cardiovascular, independientemente de las barreras a la atención médica a las que se enfrentan.
Los autores afirman que la investigación proporciona una hoja de ruta para una atención y unas políticas más justas y eficaces, con el potencial de salvar vidas y reducir los costes sanitarios. Entre sus recomendaciones se encuentran que los gobiernos supervisen las tendencias de la salud cardiovascular con datos autoinformados, que los médicos examinen a las comunidades de alto riesgo y que los programas de salud pública proporcionen tratamientos de bajo coste y fomenten estilos de vida activos y una alimentación saludable adaptada a la cultura.