Claves para identificar a un psicópata y curarse de sus heridas

Psicópata, manipilador.
Psicópata, manipilador. - KUPPA_ROCK/GETTY - Archivo
Actualizado: miércoles, 9 septiembre 2020 16:26

   MADRID, 9 Sep. (EUROPA PRESS) -

   "En la actualidad estamos viviendo otra epidemia diferente a la de COVID, la de un reguero de víctimas devastadas para el resto de sus vidas y a manos de un psicópata, que podría ser su padre, madre, hermano o pareja. Al final de su existencia habrá arrasado a un promedio de 70 víctimas, que habrán quedado destruidas por el huracán del abuso psicopático".

   Así lo defiende en una entrevista con Infosalus el doctor en Psicología Iñaki Piñuel, con motivo de la publicación de su último libro 'Familia Zero' (La Esfera de los Libros), un manual con el que pretende ayudar a esas víctimas de psicópatas, para las que sí existe curación, según asegura.

   "Generalmente las víctimas de los psicópatas integrados no suelen ser capaces de identificarlos como tales y los suelen confundir con personas egoístas, difíciles o con algún problema psicológico menor, como una adicción, un vicio o similares. Son víctimas de su enorme capacidad de camuflaje y de la seducción. Pero también suelen presentar una típica vulnerabilidad que se remonta a sus familias de origen, que en muchos casos podríamos considerar familias disfuncionales o 'Familias Zero'", como así las llama.

   Según sostiene, a nadie debería sorprenderle que un psicópata integrado sea "perfectamente capaz de destrozar y de dejar hechos polvo a sus propios padres, a sus hermanos, a sus hijos, a sus nietos o a otros miembros de su círculo familiar". Es más, remarca que un psicópata no lo es a tiempo parcial, ni por temporadas, y su labor destructiva suele afectar a los miembros de su propia familia. "Los psicópatas integrados son también padres y madres de familia", aprecia el terapeuta.

   A su vez, recalca que los psicópatas son conscientes de que están haciendo daño pero carecen de conciencia moral: "Son siempre sus conductas y comportamientos los que los definen. Son muy hábiles a la hora de propagandear, de presentarse ante el mundo como lo que no son, y usan las mil y una caras para ser aquel que el tienen delante quieren que sea. Esta mimetización con lo que tienen delante les lleva a sus víctimas a la sensación de encontrarse con un alma gemela".

   A juicio de Piñuel, "el mayor experto en máscaras sociales es el psicópata", ya que estudia a la víctima, identifica sus vulnerabilidades, sus deseos, anhelos y expectativas, para después colocarse una máscara con la que dar respuestas a las necesidades de la víctima. "Esto es lo que les hace muy peligrosos, son conscientes de lo que hacen y no les importa nada y son altamente eficaces a la hora de aprovecharse de sus víctimas", sostiene.

   Suelen ser personas narcisistas según describe el investigador, que tienen cero empatía con lo que les rodea, ni tampoco asunción de responsabilidad, aparte de mentirosos compulsivos y de que se alegran por el daño o dolor ajeno. "Carecen de miedo y de ansiedad, como no tienen emociones, no les tiembla el pulso a la hora de enfrentarse a sus víctimas", agrega.

   Ser psicópata es igual de frecuente entre hombres y mujeres, pero es mas difícil identificar a las mujeres porque, según explica Piñuel, "tienen un cerebro más social y son socialmente inteligentes", algo que en su opinión, les lleva a pasar más desapercibidas frente a los hombres que son psicópatas. Aunque dice que hay diferentes estudios, cifra en un 2-4% a los psicópatas puros, mientras que los psicópatas integrados o cuasipsicópatas se sitúan en torno al 11-12% de la población española, "unos 5 millones".

ES MUY DIFÍCIL DARSE CUENTA DE QUE SE ES VÍCTIMA

   Así con todo, el también profesor de la Universidad de Alcalá llama la atención sobre el hecho de que para las víctimas de numerosos tipos de abusos resulta "muy difícil" darse cuenta a tiempo y salir indemnes del contacto con sus abusadores, debido a una vulnerabilidad previa ignorada o incluso trivializada en su familia tóxica de origen.

   "Suelen haber padecido de forma encubierta a un padre, una madre o unos hermanos que fueron simple y llanamente sus primeros y más tempranos abusadores. El estilo de vida parasitario, la autopropaganda, el bombardeo amoroso y las tremendas capacidades de encanto, seducción y manipulación de un psicópata integrado explican lo difícil que resulta hacer que sus víctimas entiendan su situación real", señala Piñuel.

   Por eso, durante la etapa de terapia de las víctimas, el experto señala que éstas tienden a desarrollar una feroz resistencia a aceptar que no están ante un simple conflicto relacional, profesional o familiar, "sino que se enfrentan a una amenaza inquietante: un agresor sin barreras, con cero escrúpulos y cero conciencia".

   De hecho, reconoce que son necesarias "numerosas y arduas" sesiones de psicoterapia, así como un tratamiento de recuperación emocional antes de que una persona traicionada por su pareja, un trabajador acosado, o un socio estafado entiendan y acepten que su agresor no es alguien ordinario o normal, sino que se trata de un psicópata integrado.

   "La probabilidad de identificar a un psicápata integrado es mucho más reducida cuando la víctima procede de un tipo de familia generadora de la formidable herida vital y existencial que conduce a la víctima a normalizar y a trivializar todo tipo de abusos en su vida adulta o 'familia zero'", agrega.

   Es más, Piñuel advierte de que los fuertes vínculos de apego parental y familiar, propios de la especie de mamíferos altamente socializados que somos, condenan de antemano a cualquier víctima de una 'familia zero' a desplegar potentes mecanismos de ajuste a dicha familia en forma de negación, racionalización, trivialización y banalización de la conducta destructiva de sus familiares más tóxicos, o psicópatas integrados.

   A pesar de todo, el doctor en Psicología llama a la calma porque las víctimas de este tipo de familias sí tienen curación, según asegura: "La buena noticia es que de una familia disfuncional uno se puede curar, aunque hayan pasado años o décadas. He visto a miles de personas que se curan, pero esto lo consiguen a base de desincrustarse de ese apego patológico al perpretador. Suelen idealizar a esas familias disfuncionales de origen. Les duele recordar el tema porque han puesto un muro para protegerse de la herida".