MADRID, 30 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Glasgow en Escocia, ha observado que la propagación viral entre especies se aceleró y la excreción del virus disminuyó cuando el reservorio y el huésped nuevo eran fisiológica o genéticamente más diferentes.
Según señala un estudio publicado en 'PNAS', la aparición de enfermedades infecciosas suele ser el resultado de la entrada de un patógeno en una nueva especie hospedadora, como ha pasado con la COVID-19. Sin embargo, la mayoría de las transmisiones entre especies no se establecen en las especies recién infectadas.
Para que surjan enfermedades, los patógenos no solo necesitan infectar a un huésped nuevo, sino que también deben transmitirse posteriormente de un individuo a otro, "un paso crítico", señalan los investigadores, que advierten de que "no se comprende bien por qué algunos patógenos tienen éxito en este punto mientras que otros fracasan".
En este estudio, los investigadores analizaron cientos de experimentos de infección publicados que implicaban la transferencia del virus de la rabia, un patógeno peligroso capaz de infectar y causar la muerte en todos los mamíferos, de una especie huésped a otra. El estudio encontró que las cepas del virus de la rabia que se originan en los murciélagos, y las transferidas de especies con temperaturas corporales más cálidas a aquellas con una temperatura corporal más fría, tendían a matar al primer huésped infectado demasiado rápido para que la transmisión progresara con éxito.
Lo mismo sucedió a medida que aumentaba la distancia genética entre la especie huésped original y la infectada. "Nuestros resultados indican que las cepas del virus de la rabia están finamente adaptadas a un entorno de hospedador específico, y que incluso las discrepancias sutiles entre el virus y el hospedador pueden limitar la capacidad del virus para establecer la transmisión en una nueva especie", ha señalado el doctor Nardus Mollentze, asistente de investigación postdoctoral en el MRC-University of Glasgow Centre for Virus Research.
Estos hallazgos ayudan a explicar por qué el virus de la rabia es mantenido por un subconjunto bastante pequeño de huéspedes mamíferos y por qué la aparición de nuevas especies se observa solo en casos raros.
"El trabajo muestra cómo es cuidadoso análisis de los experimentos de infección anteriores puede identificar pequeños cambios en la interacción entre el patógeno y el huésped que puede o bien ayuda u obstaculizar la aparición de enfermedades, incluida la aparición de nuevas enfermedades infecciosas humanas", ha añadido
el doctor Romano Biek, de la Universidad de Instituto de la Biodiversidad, Salud Animal y Medicina Comparativa de Glasgow.
La progresión de las infecciones virales dentro del huésped índice después de la transmisión entre especies es un determinante crucial de la transmisión progresiva, pero por lo general es de naturaleza no observable.
Los investigadores señalan que se necesita más trabajo para comprender las características del huésped que afectan la probabilidad de infección tras la exposición, los mecanismos dentro del huésped que impulsan la virulencia y las consecuencias epidemiológicas de las diferencias en la progresión de la enfermedad y la excreción del virus.
"Nuestros hallazgos ilustran cómo comprender estos mecanismos será clave para predecir qué exposiciones cruzadas entre especies tienen más probabilidades de conducir a futuros cambios de hospedadores del virus de la rabia", señalan.