MADRID, 15 Abr. (EUROPA PRESS) -
Científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)consideran que se debe multiplicar, al menos por seis, los esfuerzos para conocer el Amazonas y las zonas tropicales, que son las más biodiversas del planeta y podrían ser aliadas ante futuras pandemias como la provocada por el Covid-19.
Por ello, consideran que se debe conocer mejor la Amazonía "antes de que desaparezca" porque en la actualidad están "tan mal amenazados por la deforestación" que, sin conocerlos será "imposible recuperarlos". Cada vez que se quema un espacio verde, mueren todos los seres vivos que lo ocupaban y que no pudieron huir.
Así, señalan que teniendo en cuenta que hay muchas especies en el planeta con áreas de distribución muy restringidas, algunas de pocos kilómetros cuadrados, además de perder los individuos concretos, se pierde la información de seres vivos que nunca podremos conocer.
El equipo internacional en el que colabora la investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales Juliana Stropp ha alertado de la necesidad de la necesidad de invertir recursos en documentar la Amazonía, una de las zonas del planeta que más especies alberga y también de las más desconocidas.
En la actualidad, los investigadores calculan que ya se ha deforestado el 12 por ciento de la Amazonía brasileña, en torno a 300.000 kilómetros cuadrados, esto supone un área mayor que todo Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León y la Comunidad de Madrid juntas.
"Es como si hubiéramos quemado miles de libros para calentar la casa sin que nadie hubiera llegado a leer ninguno", apunta Juliana Stropp, que advierte de que si el ritmo actual de deforestación se mantiene, en 30 años se habrán reducido a cenizas entre 250.000 y 900.000 kilómetros cuadrados.
En este contexto, los botánicos proponen establecer una estrategia de muestreo organizada a través de proyectos específicos para la flora porque su estudio muestra que los momentos en los que más ha aumentado el conocimiento de la flora en la Amazonía, ha coincidido con proyectos como "Flora Amaznica" en la década de 1980, "Flora da Reserva Ducke" o "Flora do Cristalino" en la década de 1990 y 2000", reflexiona el investigador Bruno Umbelino, de la Universidad Federal de Alagoas (UFAL) en Brasil, que también firma el artículo.
Según el coautor Richard Ladle, de la UFAL (Universidad Federal de
Alagoas), "las políticas mundiales sobre el conocimiento de la biodiversidad no parecen encaminarse a solventar este problema pese a que hoy, una gran cantidad de medicamentos se derivan de plantas en los bosques tropicales".
De este modo, considera imposible saber qué se descubrirá en futuros estudios científicos, pero los bosques tropicales, gracias a su riqueza de diversidad biológica, podrían ser una fuente de nuevos medicamentos.
"Conocer la biodiversidad podrían ayudar hoy con la pandemia del COVID-19 y en el futuro con otras muchas enfermedades" apunta Ladle.
Sin embargo, la falta de datos de las especies perdidas es "un problema muy grave" ya que este tipo de información es "imposible" de recuperar. Si los científicos no tienen información histórica sobre las comunidades ecológicas, se hace casi imposible planificar buenos programas de restauración o estimar el número de especies presentes en un ecosistema.
Finalmente, Stropp advierte de que "o se aumentan los esfuerzos ahora para documentar la biodiversidad que todavía existe o veremos como la deforestación destruye cualquier oportunidad para generar nuevos conocimientos sobre la selva amazónica".