SANTIAGO DE COMPOSTELA 8 Sep. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) desarrollan hipótesis de trabajo que relacionan el comportamiento de las mitocondrias y el origen del proceso cancerígeno.
Este equipo de investigadores, dirigido por José A. Costoya Puente, señala que aquellas terapias que se dirijan a la actividad mitocondrial de las células tumorales podrían ayudar al manejo de esta patología. Hasta el momento existen muy pocas o casi ninguna evidencia que indique que la existencia de mutaciones en el ADNmt (el ADN mitocondrial) está directamente relacionada con el inicio del proceso tumoral.
Las mitocondrias son las encargadas de suministrar la mayoría de la energía a las células y poseen información genética propia (ADNmt), diferente de la que se encuentra en el núcleo de la célula. De hecho, el ADNmt tiene un tamaño de más de 16.000 pares de bases, componentes de la información genética, frente a los 3.000 millones del ADN nuclear.
Según un comunicado remitido por la USC, los primeros resultados conseguidos por el grupo que coordina Costoya Puente indican que, durante un proceso tumoral, la célula mantiene al genoma mitocondrial como un "santuario genético".
Las alteraciones se asocian a un aumento en el número de mutaciones del AND pero manteniendo la integridad del genoma mitocondrial. Esta respuesta se debería, según los investigadores, a la función esencial del ADNmt en el control de la respuesta de supervivencia de la célula tumoral al propio estrés que ésta sufre a lo largo de su transformación, y asociado a una mayor demanda de energía y a la generación de multitud de productos tóxicos para la propia célula.
El trabajo acaba de ser publicado por la revista 'PLoS ONE' con el título 'The mitochondrial genome is a 'genetic sanctuary' during the oncogenic process', firmado por Marcos Seoane y José A. Costoya, del MOL; Ana Mosquera-Miguel, de la unidad de genética del Instituto de Medicina Legal de la USC; Teresa González, de la Fundación Galega de Medicina Xenómica; y Máximo Fraga y Antonio Salas, del departamento de anatomía patológica y Ciencias Forenses de la USC.