MADRID, 14 Feb. (EUROPA PRESS) -
Científicos de la Universidad Médica de Carolina del Sur y de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos) han demostrado en ratones que los genes causantes de la autofagia, un proceso de degradación intracelular que permite el reciclaje de componentes celulares para mantener el equilibrio celular, actúan contra algunos tipos de cáncer de ovario.
La autofagia es una vía de reciclaje celular que los científicos creen que juega un papel en la resistencia del cáncer a enemigos como la quimioterapia. Los científicos descubrieron que los genes de la autofagia también actúan para prevenir la formación de tumores.
La investigación se centró en dos genes de la autofagia: BECN1 y LC3B. Cada persona tiene dos copias de estos genes: una que proviene de cada uno de sus padres. Una copia del BECN1 se pierde en uno de los cuatro cánceres de mama y en tres de los cinco cánceres de ovario. Esto es inusualmente frecuente para un gen supresor de tumores. El BECN1 ha sido controvertido, ya que raramente muta, e incluso cuando se pierde, a menudo se pierde con su vecino, el BRCA1.
Los investigadores realizaron la misma supresión parcial encontrada en los pacientes, uno de los dos alelos del BECN1 en los mamíferos, en este modelo de ratón. El primer ratón con el BECN1 suprimido inscrito en el estudio tenía un tumor considerable a los 3 meses de edad. "Los tumores con el modelo no se formarán normalmente hasta los 4 a 6 meses. Sabíamos que habíamos descubierto algo de inmediato", explican los científicos.
Años de investigación se dedicaron a averiguar por qué la eliminación de un solo alelo del BECN1 actuaba como supresor de tumores. Utilizando los tumores de los ratones y las células de cáncer de ovario humano dentro del laboratorio, el equipo de 15 investigadores probó múltiples fenotipos para determinar por qué la eliminación del gen de la autofagia conduce al cáncer.
Además, las células de cáncer de ovario parecían eliminar el BECN1 para aumentar la capacidad de evolución del tumor. "El cáncer siempre ha sido difícil de combatir debido a su capacidad de evolucionar en respuesta al tratamiento. Era evidente que la eliminación de estos genes aumentaba la tasa de evolución genética. Peor aún, muchos de estos cambios fueron aleatorios, lo que permitió que el cáncer evolucionara potencialmente muchos tipos diferentes de resistencia", apuntan.