MADRID, 27 Feb. (EDIZIONES) -
Aunque las plataformas estén de moda, sí, desde zapatos con plataforma hasta deportivas de marcas de lujo con plataforma, éstas a la larga pueden ocasionarnos distintas lesiones y dolores crónicos en el pie y en el tobillo.
"Nada tiene que ver con la realidad en lo que se refiere a la salud del pie, al tratarse exclusivamente de elementos decorativos, podríamos denominarlos como 'joyas', pero sin una función dinámica y sí estética, ya que su creación está alejada de un uso racional al carecer de aspectos ergonómicos que ayuden a que uno pueda caminar y desplazarse" sostiene en una entrevista con Infosalus el profesor de la Facultad de Enfermería y Podología de la Universidad de A Coruña, Daniel López.
Según justifica el podólogo, el calzado que presenta plataforma limita el movimiento fisiológico de los pies y la activación de los músculos intrínsecos responsables de mantenernos de pie y de desplazarnos con un óptimo rendimiento enérgetico y el menor consumo posible, algo que ayuda a que nuestro cuerpo sea altamente competente en cualquier tarea física, psicológica y social de nuestro día a día.
Por ello, este experto afirma que está totalmente desaconsejado su uso al cambiar "radicalmente" nuestra forma de caminar, atrofiar y desactivar la musculatura del pie encargada de movernos sin esfuerzo, así como de darnos estabilidad y ayudarnos en las tareas del día a día cuando nos movemos.
El también profesor de la Facultad de Enfermería y Podología de la Universidad de A Coruña recuerda que los zapatos con plataforma se conocen como 'ugly shoes', o zapatos feos si lo traducimos de forma literal al castellano, ya que su origen está ligado íntimamente a la cultura y "como una manifestación de cambio ante las normas impuestas y códigos establecidos, en la búsqueda de ensalzar la diferenciación, como elemento de rebeldía, siendo un elemento de irreverencia donde lo feo o diferente se convierte en algo esencial y preciado".
A su juicio, de este modo se recuperan y ensalzan épocas pasadas, en este caso vinculadas a los 90, para recuperar la nostalgia y experiencias previas de las personas que entonces los utilizaron. Vamos, que sólo responden a cuestiones estéticas y de márketing, y para nada son beneficiosas para la salud de nuestros pies.
Sobre el hecho de que puedan llegar a deformar nuestra pisada o incluso el pie, el profesor López explica en primer lugar que la forma adecuada de pisar está intimamente con nuestro ángulo de sustentación, es decir, con la forma que adoptamos para estar de pie, y que al caminar los pies modifican sus puntos de apoyo para mantener el equilibrio, gracias a la acción de diferentes grupos de músculos y articulaciones que soportan los impactos que se producen al contactar con el suelo.
"De esta manera, la flexión de la primera articulación metatarsofalángica tensiona la musculatura correspondiente a la planta del pie, conocida como 'fascia plantar', y provoca que al apoyar ambos pies en el suelo, se produzca la estabilidad corporal, fundamental para caminar. Si esta estructura se limita por un calzado inadecuado es cuando se producen distintas lesiones y dolores crónicos en el pie y el tobillo", advierte.
PRINCIPALES EFECTOS ADVERSOS DEL USO DE PLATAFORMAS
Así con todo, el profesor de la Universidad de A Coruña enumera los principales efectos 'secundarios' que podemos padecer si empleamos con asiduidad zapatos con plataforma. El principal de ellos: las alteraciones en la postura y en el movimiento corporal. "Proporciona desequilibrios e inestabilidades que como primera consecuencia repercuten en tener un mayor cansancio, esguinces, fracturas por estrés y dolor generalizado en los pies y en la espalda, debido a la adopción de posturas antiálgicas para reducir la posibilidad de caerse", aprecia el podólogo.
Además, dice que el material y el peso de este tipo de calzado son los responsables de incrementar la temperatura a nivel del pie, la sudoración y la proliferación de bacterias que generan infecciones como el pie de atleta, las verrugas plantares, los hongos en la uñas, bromohidrosis o un mal olor consecuencia de carecer de elementos de ventilación y el sobresfuerzo al que se ve sometido el pie y todo el cuerpo para poder caminar con este tipo de calzado.
A su vez, llama la atención sobre el hecho de que, con plataformas, la horma del calzado carece de quebrante en la puntera algo que, limita más si cabe, los movimientos del musculoesquelético, lo que se traduce en la aparición de deformidades como el pie plano, dedos en garra, dolor en el talón, o en metatarsalgias fruto de las malas posiciones a las que está sometido el pie por la utilización de estos zapatos.