MADRID, 26 Ene. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) han estudiado los cambios fisiológicos que sufren los adolescentes que son víctimas de una situación de acoso a través de Internet, fenómeno conocido como ciberacoso, y han visto que produce altos niveles de cortisol, hormona que se relaciona con el estrés y la ansiedad.
En este trabajo, publicado en la revista 'Computers in Human Behavior', participaron un total de 371 alumnos de entre 11 y 18 años a los se les realizaron cuestionarios y análisis de saliva para medir los niveles de cortisol.
De la combinación de los resultados de los cuestionarios y del análisis de la cantidad de cortisol en saliva (que indica el nivel de estrés) se deduce que las cibervíctimas en riesgo son las que más sufren, sobre todo si lo son de forma regular. En cambio, ni los acosadores ni los llamados 'ciberobservadores' presentan estrés.
"Creemos que, al ser víctimas puntuales, mantienen un nivel de alerta superior a aquellos adolescentes que son cibervíctimas graves que, lamentablemente han llegado a un proceso de habituación al estrés", según ha explicado Joaquín Manuel González-Cabrera, director del grupo de investigación Cyberbullying-OUT de la UNIR.
En los cuestionarios preguntaron, por ejemplo, si habían recibido alguna vez un mensaje ofensivo por el móvil o por Internet, o si lo han enviado. Después, se seleccionaron al azar seis clases (60 alumnos) para una prueba adicional que consistía en medir el perfil de liberación de cortisol a través de cinco muestras de su saliva tomadas durante todo el día.
En la primera muestra, un 5,4 por ciento de los adolescentes eran cibervíctimas y en la segunda muestra el porcentaje avanza hasta un 10 por ciento. Por su perfil psicológico, los investigadores los clasificaron según estos papeles: cibervíctima en riesgo, cibervíctima grave, cibervíctima-agresor, ciberagresor y ciberobservador, principalmente.
La generación de cortisol se sabe que funciona como un mecanismo natural que nos prepara para una situación estresante, en la que el individuo se siente en peligro.
DIFERENCIAS DESDE PRIMERA HORA
En este caso, los investigadores utilizaron una tecnología basada en análisis de saliva para obtener datos y los resultados apuntan que, desde el momento de despertarse, cada uno de estos roles tiene ya un perfil de liberación de cortisol diferenciado.
Poco después de levantarse, a las 7.30 de la mañana, se dispara el nivel de cortisol en todos, pero son las víctimas las que alcanzan el nivel de 1,3 miligramos por decilitro, mientras que los ciberacosadores se mantienen en niveles por debajo de un miligramo.
Los ciberacosadores y los observadores son los que menores niveles de estrés padecen. A partir de las 11 de la mañana las cibervíctimas en riesgo superan los niveles del resto de acosados, situación que permanece hasta las 9 de la noche, donde presentan la mayor diferenciación con los demás compañeros. Para los ciberacosadores la producción de cortisol se reduce al mínimo, sin embargo, las cibervíctimas en riesgo, alcanzan los 0,5 microgramos por decilitro.
"El ejercicio mantenido de la violencia genera un efecto de costumbre en los agresores", según González-Cabrera, y ya no les genera ansiedad ejercer la violencia contra sus compañeros.
EL PAPEL DE LOS OBSERVADORES
Según los investigadores, la intervención sobre el ciberacoso pasa por una acción más directa sobre el colectivo de observadores para que tomen un papel activo en la denuncia de la conducta de sus compañeros. "Difícilmente se producirían muchas conductas de violencia si hay una actuación proactiva de los observadores en defensa de la víctima", ha asegurado el autor.
Otra de las conclusiones del estudio es que la secreción de cortisol es más alta en el ciberacoso que en el acoso tradicional, probablemente "porque sus consecuencias se perciben como más perniciosas, ya que puede alcanzar una audiencia más amplia, es anónimo en muchos casos y ocurre en cualquier momento y lugar".
El estudio, llevado a cabo también con la colaboración de investigadores de las universidades de Deusto y Granada relaciona por primera vez la secreción de la hormona del estrés (cortisol) con el acoso en Internet.