El cerebro engaña a supervivientes de ictus haciéndoles creer que su mano afectada es de otro tamaño

Archivo - Hombre se sujeta la mano que tiembla mientras sostiene un vaso.
Archivo - Hombre se sujeta la mano que tiembla mientras sostiene un vaso. - ASTRID860/ISTOCK - Archivo
Publicado: martes, 20 diciembre 2022 12:58

MADRID, 20 Dic. (EUROPA PRESS) -

Un estudio realizado en supervivientes de ictus ha demostrado cómo el dolor crónico puede alterar la percepción del cuerpo: el cerebro engaña a los pacientes haciéndoles creer que su mano afectada es de otro tamaño, lo que aumenta el riesgo de accidentes.

En este estudio, publicado en la revista científica 'Brain Sciences', estos investigadores australianos y estadounidenses han descubierto que es muy probable que los pacientes con ictus y dolor persistente crean erróneamente que su mano afectada es más grande o más pequeña de lo que realmente es.

Los investigadores encuestaron a 523 supervivientes de ictus y descubrieron que los que sufrían dolor crónico tenían casi tres veces más probabilidades de experimentar una percepción alterada del cuerpo que los supervivientes sin dolor.

Los resultados sugieren que la rehabilitación para tratar la percepción distorsionada del cuerpo en los supervivientes de ictus podría mejorar los resultados, dado que el ictus es una de las principales causas de discapacidad en todo el mundo y la percepción precisa del tamaño de la mano es fundamental para sujetar o manipular objetos.

"Nuestro estudio arroja dos resultados sorprendentes. En primer lugar, que tres de cada cinco personas que han sufrido un ictus padecen dolor crónico, una cifra hasta un 300 por ciento superior a la de la población general. En segundo lugar, que quienes padecen dolor también son más propensos a percibir cambios importantes en las sensaciones que les transmite su cuerpo. Se trata de un doble golpe potencial, que dificulta las actividades cotidianas y afecta a la calidad de vida", ha resaltado uno de los líderes del estudio, Lorimer Moseley, de la Universidad del Sur de Australia.

Tanto el ictus como el dolor persistente (de más de tres meses de duración) se asocian a trastornos cognitivos, más fatiga, ansiedad y depresión, y las distorsiones de la percepción corporal podrían amplificar estos trastornos.

Las distorsiones de la percepción del cuerpo se han observado en diversos trastornos (después de una amputación, dolor crónico intenso y trastornos alimentarios), pero no se habían relacionado con el dolor después de un ictus.

"El siguiente paso es determinar si las alteraciones de la percepción corporal contribuyen al dolor en estos pacientes. Si es así, tenemos que diseñar tratamientos para abordarlo", ha apuntado el experto.

La percepción distorsionada del cuerpo era dos veces más probable cuando el dolor tras el ictus se producía en la mano, lo que coincide con otras poblaciones con dolor crónico como la artrosis de rodilla, en la que hasta el 30 por ciento de las personas creen que su rodilla está hinchada cuando no es así. "Estos sorprendentes hallazgos nos demuestran que quizá seamos criaturas más complejas de lo que pensábamos", ha remachado Moseley.