MADRID, 6 May. (EUROPA PRESS) -
El cerebro de un adolescente o niño con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) funciona más lento que el de uno que no padece este trastorno y, de hecho, en más del 70 por ciento de los casos el indicador de velocidad de procesamiento en la prueba de competencia intelectual está muy por debajo de los niveles normales.
Así lo ha reconocido José Ramón Gamo, especialista en neuropsicología infantil del Centro de Atención a la Diversidad Educativa-Centro CADE-Madrid, durante su participación en la X Jornada de Actualización en Psiquiatría Infantil y Adolescente que se ha celebrado en Pamplona.
Durante su intervención, el especialista ha indicado que la prueba de competencia intelectual da dos indicadores del cerebro cognitivo: hemisferio izquierdo (lingüístico) y hemisferio derecho, de ámbito científico (intuición, creatividad y viso-espacial). Acto seguido realiza otras dos medidas que son memoria de trabajo (función ejecutiva) y la velocidad de procesamiento, que es lo que mide la impulsividad.
"Un niño con TDAH a nivel cognitivo presenta un capacidad normal, más o menos buena como cualquier otro niño pero a nivel ejecutivo los resultados son significativamente peores respecto de los resultados obtenidos en sus pruebas verbales o manipulativas", ha explicado Gamo.
De este modo, la corteza prefrontal del cerebro, donde se pone en marcha el cerebro consciente, donde se toma conciencia de las acciones y se miden las consecuencias, se activa con lentitud.
Esto explica que el niño ni atienda ni obedezca ni cumpla los castigos, porque no es capaz de procesar a tiempo esa información como debería. "No activa a tiempo al director de orquesta y no es capaz de dialogar con uno mismo, frenarse, establecer metas, autoevaluarse o concentrarse cuando una situación lo requiere", ha destacado.
En general, se dice que los niños y adolescentes con TDAH son impulsivos y en realidad lo suelen ser, pero no porque vayan acelerados en su cabeza, sino por la lentitud a la que activan su córtex prefrontal, lo que les dificulta tomar conciencia de las consecuencias a tiempo y, por lo tanto, no les facilita poder refrenar su conducta.