MADRID, 28 Ago. (EUROPA PRESS) -
Una investigación de la Universidad Estatal de Arizona, en Estados Unidos, demuestra que durante el embarazo las células del feto a menudo migran a través de la placenta y se instalan en muchas áreas del cuerpo de la madre, donde pueden beneficiar o perjudicar la salud materna.
La presencia de células fetales en tejido materno se conoce como microquimerismo fetal. El término alude a las quimeras de la antigua mitología griega --criaturas formadas por diferentes partes de animales, como la cabra-león-serpiente representada en una escultura de bronce etrusco.
Según Amy Boddy, investigador en el Departamento de Psicología de la Universidad de Arizona y autor principal del trabajo, existen quimeras. De hecho, muchos seres humanos tienen rasgos quiméricos en forma de células extrañas de padres, hermanos o descendientes, adquiridas durante el embarazo.
"Las células fetales pueden actuar como células madre y convertirse en células epiteliales, células cardiacas especializadas, células del hígado y así sucesivamente. Esto demuestra que son muy dinámicas y juegan un papel muy importante en el cuerpo de la madre. Incluso pueden migrar al cerebro y diferenciarse en neuronas. Todos somos quimeras", señala Boddy.
Aunque el microquimerismo fetal sucede de manera común en los mamíferos placentarios, incluidos los humanos, los efectos de estas células en la salud materna siguen siendo un tema de intenso debate en la comunidad biológica.
En el trabajo, que se publica en la edición digital de 'Bioessays', Boddy y sus colegas revisaron la literatura disponible sobre microquimerismo fetal y la salud humana, aplicando un marco evolutivo para predecir cuándo las células fetales tienden a actuar cooperativamente para mejorar la salud materna y cuando su comportamiento es probable que sea competitivo, en ocasiones dando lugar a efectos adversos en la madre.
Las células fetales pueden hacer más que simplemente emigrar a los tejidos maternos, actuando -según sugieren los autores-- como una especie de placenta fuera del útero, reorientando los activos esenciales del cuerpo de la madre al feto en desarrollo.
Las células derivadas del feto --que pueden persistir en los tejidos maternos durante décadas después de que nazca un niño-- se han asociado con la protección y el aumento de la susceptibilidad a una variedad de trastornos, como el cáncer y las enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide.
UNA ESTRATEGIA ADAPTATIVA
Pero, según advierte la coautora Melissa Wilson Sayres, también de la Universidad de Arizona, "no es sólo un tira y afloja entre los intereses de la madre y del feto. También hay un deseo mutuo para el sistema de la madre de sobrevivir y proporcionar nutrientes y para el sistema del feto de sobrevivir y transmitir ADN". Si algún grado de microquimerismo fetal ejerce un efecto beneficioso sobre la supervivencia de la madre y su progenie, es probable que sea seleccionado por la evolución como una estrategia adaptativa.
Una revisión de los datos existentes sobre microquimerismo fetal y la salud plantea que las células fetales entran en una relación de cooperación en algunos tejidos maternos, compiten por los recursos en otros y pueden existir como entidades neutrales, como simples autoestopistas de paseo. Es probable que las células fetales jueguen cada una de estas funciones en distintos momentos.
Por ejemplo, las células fetales pueden contribuir a la respuesta inflamatoria y la autoinmunidad en la madre, cuando son reconocidas como entidades extranjeras por el sistema inmunológico materno. Esto puede explicar, en parte, las tasas más altas de autoinmunidad en las mujeres. Por ejemplo, las mujeres tienen tasas tres veces más altas de artritis reumatoide en comparación con los hombres.
Las células fetales también pueden proporcionar beneficios a las madres, migrando al tejido dañado y repararlo. Su presencia en las heridas --incluyendo las incisiones de la cesárea-- apuntan a su participación activa en la curación. En otros casos, las células fetales de la placenta son eliminadas a través del torrente sanguíneo a áreas como el pulmón, donde pueden persistir meramente como transeúntes.
Mediante la aplicación de un enfoque de cooperación y conflicto, los autores hacen predicciones comprobables acerca de las circunstancias que favorecen la cooperación de células del feto o la competencia y los efectos positivos o negativos que conllevan para la salud materna.
"La teoría de la cooperación y el análisis evolutivo son herramientas poderosas para ayudarnos a desentrañar los complejos efectos de células fetales en el cuerpo de la madre. Ellos pueden ayudar a predecir cuándo es probable que las células fetales contribuyan a la salud materna y cuándo pueden manipular los tejidos maternos para el beneficio de la descendencia y potencialmente contribuir a la enfermedad de la madre en el proceso", dice Atenea Aktipis, también miembro del equipo.
DETONANTES DE LAS NÁUSEAS Y LA DEPRESIÓN POSTPARTO
De hecho, las células fetales podrían ser sospechosas en una amplia gama de manifestaciones físicas y emocionales en la madre, incluyendo trastornos relacionados con el embarazo como las náuseas o la depresión posparto. Incluso menopausia temprana aparición podría ser el resultado de los esfuerzos de células fetales para eliminar a la madre de más fértil, con el fin de asegurar el máximo de recursos para el feto y, finalmente, el niño crece.
Por último, señalan los autores, microquimerismo fetal puede ser una pieza de un rompecabezas sutil y vertiginosamente complejo. El tráfico de la célula es en realidad bidireccional, con el feto recibiendo también células de la madre. Las células fetales del tejido materno pueden cruzar la barrera placentaria en embarazos posteriores, lo que podría influir en la salud de los hijos más tarde. Para complicar aún más las cosas, las células de fetos posteriores también pueden atravesar la placenta para entrar en la arena microquimérica, tal vez introduciendo rivalidades entre hermanos por los recursos limitados de la madre.
Las células fetales podrían eventualmente proporcionar un nuevo y poderoso medios de diagnóstico de enfermedades actuales y predecir la salud materna a largo plazo. Como señalan los autores, también podrían aplicarse terapéuticamente en el futuro, potencialmente para el tratamiento de una lactancia deficiente, para la cicatrización de heridas, la reducción de tumores y quizás trastornos psicológicos vinculados con el embarazo.
Identificación de células fetales en los tejidos del intestino, el hígado o el cerebro materno es sólo un primer paso. Para desentrañar la verdadera función de estas células, los investigadores necesitan examinar su expresión génica y la interacción con los tejidos maternos. Inspeccionar las células maternas en el tejido circundante ayudará a los científicos a determinar si son células inmunes dirigidas a células fetales intrusas o células epiteliales normales, existentes de manera armónica.
"Si la investigación futura confirma las predicciones de este marco, podría cambiar la forma en la que nos acercamos, tratamos y prevenimos una variedad de patologías que afectan a las mujeres, especialmente las madres", afirma Aktipis. Mejores métodos de detección ayudarán a los científicos a entender el complejo diálogo entre las células fetales y maternas, profundizando en la comprensión de la salud materna y la enfermedad.