MADRID, 6 Feb. (EUROPA PRESS) -
La socia fundadora y directora ejecutiva de Neuroelectrics, Ana Maiques, que ha desarrollado dispositivos de estimulación craneal no invasiva para diagnosticar algunas enfermedades neuronales como la epilepsia o el dolor neuropático, está investigando cómo llevar esta tecnología a nivel domiciliario para muchos tipos de enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer o deterioro cognitivo.
Según ha explicado la experta durante su participación en una jornada organizada por Fundación Ramón Areces y Springer-Nature, esta terapia de neuromodulación ya se está utilizando actualmente para diagnosticar algunas enfermedades neuronales como la epilepsia o el dolor neuropático, así como en trastornos cognitivos para mejorar la memoria en situaciones de demencia o las funciones ejecutivas en niños con déficit de atención.
Maiques considera que traer nuevas terapias en un campo tan complejo como el cerebro es difícil no solo por la ciencia, ya que es complejo entender los mecanismos de acción, las áreas interconectadas, etc., sino también por los aspectos regulatorios, de reembolso y acceso al mercado que implican.
Así, considera que uno de sus mayores logros ha sido lanzar el primer estudio apoyado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) de estimulación eléctrica no invasiva para pacientes con epilepsia que no responden a la medicación. Neurolectrics aspira a convertirse en la primera empresa a nivel mundial en conseguir esta aprobación por parte de la FDA para esta tecnología innovadora y 'made in Spain'. La idea surgió en el Observatorio Fabra en Barcelona hace 15 años, y ahora se está utilizando en más de 45 países para ayudar a pacientes que lo necesitan. Recientemente ha recibido una ayuda del European Research Council (proyecto Galvani) para desarrollar modelos cerebrales avanzados contra la depresión.
SENSORES BASADOS EN EL MICROBIOMA CUTÁNEO
Por otra parte, en el encuentro también ha participado el doctor Marc Güell Cargol, del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Su grupo se ha dedicado principalmente a la edición génica utilizando la herramienta CRISPR/Cas9.
En los últimos años, ha iniciado una nueva línea de investigación para modificar genéticamente las bacterias del microbioma con el objetivo de detectar cambios en el tejido cutáneo. Aprovechando la abundancia de la bacteria 'Cutibacterium acnes' en la piel humana y su asociación con las glándulas sebáceas, su grupo está modificando los genes de cepas de estas bacterias para utilizarlas como sensores de anomalía.
Por ejemplo, para detectar los cambios en la radiación que recibe la piel o en sus niveles de hormonas. Su objetivo es modificar estas bacterias para que no solo actúen como sensores, sino que también puedan modular cambios en la secreción sebácea o en el sistema inmunitario.
El principal logro del grupo ha sido conseguir que estas bacterias modificadas permanezcan en la piel de personas sanas y se incorporen al microbioma ya existente. Su próximo reto es desarrollar una serie de sensores bacterianos que sean precisos en la detección de cambios y, a la vez, muy sensibles para que puedan detectar mínimas variaciones.