El cambio climático deja huellas en el cerebro fetal

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Archivo - Embarazo, embarazada - NATALIADERIABINA/ ISTOCK - Archivo
Publicado: viernes, 13 junio 2025 7:55

MADRID 13 Jun. (EUROPA PRESS) -

Los desastres climáticos podrían estar dejando huellas invisibles en los cerebros en desarrollo antes del nacimiento, según una nueva investigación pionera del Centro de Posgrado de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY Graduate Center) y el Queens College, ambos en Estados Unidos. Los científicos descubrieron que los niños cuyas madres experimentaron la supertormenta Sandy durante el embarazo mostraron diferencias cerebrales distintivas que podrían afectar su desarrollo emocional en los años venideros.

El estudio, publicado en 'PLOS One', revela que la exposición prenatal a eventos climáticos extremos, particularmente cuando se combinan con calor extremo, parece reescribir centros críticos de regulación de emociones en el cerebro en desarrollo.

"Estamos observando cómo el cambio climático podría estar transformando el cerebro de la próxima generación incluso antes de que respiren por primera vez. El cerebro de estos niños lleva cicatrices invisibles de desastres climáticos que nunca experimentaron en persona", cuenta el autor principal, Donato DeIngeniis, estudiante de doctorado en Psicología del Centro de Posgrado de CUNY. "".

El equipo de investigación analizó datos de imágenes cerebrales de un grupo de niños de 8 años cuyas madres estaban embarazadas durante la supertormenta Sandy, que devastó partes de Nueva York y otras regiones costeras en 2012. Los escáneres revelaron que los niños expuestos a la tormenta en el útero tenían volúmenes significativamente mayores en los ganglios basales, estructuras cerebrales profundas involucradas en la regulación de las emociones.

"La combinación del estrés por tormentas y el calor extremo creó una tormenta neurológica perfecta en los cerebros en desarrollo", explica la profesora Yoko Nomura, investigadora principal del Estudio del Estrés en el Embarazo (SIP) y profesora de Psicología en el Centro de Posgrado de CUNY y Queens College. "Descubrimos que, si bien el calor extremo por sí solo no alteró significativamente el volumen cerebral, al combinarse con el estrés de vivir una gran tormenta durante el embarazo, amplificó drásticamente los efectos".

La investigación incluyó resonancias magnéticas de 34 niños, comparando a aquellos expuestos a la tormenta y/o al calor extremo (definido como al menos un día con temperaturas superiores a 35 °C durante el embarazo) con aquellos que no lo estuvieron. Los hallazgos podrían tener profundas implicaciones para los niños que crecen en regiones cada vez más afectadas por el cambio climático.

"A medida que los fenómenos meteorológicos extremos se vuelven más frecuentes y severos, debemos considerar el impacto invisible en las generaciones futuras", señala DeIngeniis. "Nuestros hallazgos sugieren que debemos desarrollar intervenciones específicas para apoyar a las mujeres embarazadas durante los desastres climáticos y fortalecer la resiliencia climática en las comunidades vulnerables".

Duke Shereen, director del centro de Imágenes por Resonancia Magnética del Centro de Investigación Científica Avanzada del Centro de Posgrado de la CUNY y coautor del estudio, enfatiza las implicaciones a largo plazo de los hallazgos: "Estas técnicas de imagen nos permiten visualizar cómo los factores estresantes ambientales pueden actuar en cascada a través de la experiencia materna y alterar la arquitectura del cerebro en desarrollo. Lo que estamos viendo es evidencia contundente de que la crisis climática no es solo una emergencia ambiental, sino también una emergencia neurológica con consecuencias para las futuras generaciones que heredarán nuestro planeta".

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