MADRID, 25 Ago. (EUROPA PRESS) -
El efecto combinado del calor del verano y la contaminación atmosférica urbana, lo que se conoce como la cúpula de calor urbana, durante el embarazo, afecta a los niveles hormonales y al comportamiento de los niños años después, según una nueva investigación de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (EEUU) y la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí (EEUU).
En concreto, el estudio publicado en 'Environmental Research', que examinó a 256 niños desde su nacimiento hasta los 5 años, principalmente de familias pertenecientes a minorías de la ciudad de Nueva York, descubrió que los niños cuyas madres experimentaron exposición combinada al calor y a la contaminación atmosférica durante el embarazo mostraron niveles hormonales alterados y mayores dificultades de comportamiento a los 4 y 5 años.
Además, reveló diferencias importantes según los niveles de contaminación y el momento de la exposición. En zonas con niveles más altos de contaminación, la exposición al calor durante el primer trimestre se asoció con niveles elevados de progesterona que persistieron hasta la primera infancia. Los niños mostraron mayores tasas de ansiedad, depresión y dificultades de comportamiento a los 5 años. Sin embargo, estos efectos no se observaron en zonas con niveles más bajos de contaminación.
En este sentido, los cambios en la hormona progesterona podrían explicar cómo la exposición al calor y a la contaminación atmosférica durante el embarazo provoca diferencias en el comportamiento infantil. Si bien la progesterona contribuye normalmente al desarrollo cerebral sano, los hallazgos sugieren que la alteración de sus niveles durante períodos críticos del desarrollo puede influir en los patrones de comportamiento a largo plazo.
Así, los hallazgos sugieren que la contaminación puede amplificar los efectos de la exposición al calor en los sistemas biológicos en desarrollo, explica la profesora de psicología de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), Yoko Nomura.
La estudiante de medicina de la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí y coautora del estudio, Melissa Blum, por su parte, señala que "esta investigación demuestra que los impactos del calor extremo en la salud van más allá de los efectos físicos inmediatos e influyen en el desarrollo infantil de maneras que apenas estamos empezando a comprender".
En un contexto en el que cada vez se experimenta un calor más extremo y la calidad del aire sigue siendo una preocupación en muchas zonas urbanas, comprender estas relaciones cobra cada vez mayor importancia, señalan los autores. Además, los problemas de conducta en la infancia pueden ser señales de alerta de futuros problemas de salud mental y dificultar el éxito escolar de los niños. Al identificar los riesgos ambientales de forma temprana, existe una mejor oportunidad de apoyar a los niños antes de que estos desafíos se afiancen, apuntan.
"Comprender estas vías biológicas abre la posibilidad de intervenciones específicas", afirmó la coautora y directora de formación clínica en neuropsicología clínica en CUNY, Veronica Hinton. "El siguiente paso es comprender si estos efectos persisten en la infancia y la adolescencia, e identificar los factores que podrían proteger a los niños de estas influencias ambientales".