MADRID 3 Abr. (EUROPA PRESS) -
Al conectar un microestimulador y una brújula geomagnética en los cerebros de ratas ciegas, los investigadores informan en la edición de este jueves de 'Current Biology' que los animales pueden aprender espontáneamente a utilizar nueva información sobre su ubicación para navegar por un laberinto casi tan bien como lo hacen normalmente ratas sin deficiencia visual. Los científicos dicen que los resultados sugieren que un tipo similar de neuroprótesis también podría ayudar a las personas ciegas caminar libremente por el mundo.
Los autores resaltan también que los resultados muestran la increíble flexibilidad del cerebro de los mamíferos. "El punto de este trabajo más notable es mostrar el potencial o la capacidad latente del cerebro", afirma Yuji Ikegaya, de la Universidad de Tokio, en Japón. "Es decir, hemos demostrado que el cerebro de los mamíferos es flexible incluso en la edad adulta de manera suficiente para incorporar de forma adaptativa una nueva modalidad nunca experimentada no inherente a las fuentes de información ya existentes", añade.
En otras palabras, explica, los cerebros de los animales estudiados estaban listos y dispuestos a rellenar "el mundo" creado por los cinco sentidos, con una nueva entrada sensorial. Lo Ikegaya y su colega Hiroaki Norimoto se propusieron restaurar no la visión no per se, sino el sentido alocéntrico de ratas ciegas. Esa sensación es lo que permite a los animales y las personas reconocer la posición de su cuerpo en el medio ambiente.
El dispositivo de sensor geomagnético en la cabeza que diseñaron los investigadores permitió conectar una brújula digital de dos microelectrodos de tungsteno para la estimulación de la corteza visual del cerebro. El ligero dispositivo también permite activar o apagar la estimulación cerebral e incluye una batería recargable. Una vez conectado, el sensor detecta automáticamente la dirección de la cabeza del animal y genera pulsos de estimulación eléctrica indicando qué dirección debe tomar, norte o sur, por ejemplo.
Las ratas "a ciegas" fueron entrenadas para buscar bolitas de comida en un laberinto en forma de T o uno más complicado. Tras decenas de ensayos, informan los científicos, los animales aprendieron a utilizar la información geomagnética para resolver los laberintos. De hecho, sus niveles de rendimiento y estrategias de navegación fueron similares a los de las ratas con visión normal. El sentido alocéntrico de los animales se restauró.
Los resultados sugieren una aplicación muy sencilla: adjuntar sensores geomagnéticos a los bastones utilizados por algunas personas ciegas para desplazarse. En términos más generales, los expertos esperan que, con base en los resultados, los seres humanos puedan ampliar sus sentidos a través de sensores artificiales que detectan entradas geomagnéticas, la radiación ultravioleta, ondas de ultrasonido y más.
A su juicio, el cerebro de las personas parece ser capaz de mucho más de lo que le permiten los limitados sentidos humanos. "Tal vez todavía no hacemos un pleno uso de nuestro cerebro --apunta Ikegaya--. La limitación no proviene de su falta de esfuerzo, sino que viene de los pobres órganos sensoriales del cuerpo. El mundo sensorial real debe ser mucho más 'colorido' de que lo que está experimentando actualmente".