MADRID, 6 Jun. (EUROPA PRESS) -
Un grupo internacional de investigadopres, entre los que se encuentran expertos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), ha identificado un nuevo biomarcador que podría ser clave para detectar precozmente la enfermedad mediante la resonancia magnética.
"Cada vez es más evidente que, cuando a un paciente se le diagnostica la enfermedad de Alzheimer, la atrofia ya está bien establecida en el cerebro. En los individuos afectados por la enfermedad de Alzheimer, los volúmenes entorrinales ya se han reducido en un 20-30 por ciento y los volúmenes del hipocampo en un 15-25 por ciento", ha explicado la doctora del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y una de las autoras del estudio, Consuelo Gonzalo.
Sin embargo, las estimaciones de la progresión de la atrofia en los casos de enfermedad de Alzheimer, entre un 0,8 por ciento y un 2 por ciento anual, sugieren que el proceso de atrofia asociado a la enfermedad en áreas como el lóbulo temporal medio debe haber estado activo durante un período de varios años antes del diagnóstico o incluso la presencia de síntomas, por lo que ser capaces de detectar estas pequeñas anomalías iniciales, es vital para avanzar en un diagnóstico precoz de la enfermedad.
De acuerdo con diferentes estudios, se sabe que aunque es difícil identificar el Alzhéimer en los estadios iniciales, sí se han llegado a detectar ovillos neurofibrilares y depósitos de placa beta amiloide. El resultado principal de estas alteraciones es la destrucción de las sinapsis, seguida de la degeneración de los axones y, en última instancia, la atrofia del árbol dendrítico y del pericarión, lo que conduce a la atrofia en regiones específicas del cerebro, como por ejemplo el hipocampo
El proceso de degeneración puede visualizarse mediante diferentes modalidades de imágenes médicas y ha demostrado ser un valioso biomarcador de la etapa y la agresividad potencial del aspecto neurodegenerativo de la patología de la enfermedad de Alzheimer. "Los grandes avances en neuroimagen han proporcionado oportunidades para estudiar enfermedades relacionadas con la neurología. La tomografía por emisión de positrones (TEP) y la resonancia magnética (RM) se utilizan ampliamente en estudios relacionados el Alzhéimer dada su amplia disponibilidad, su naturaleza no invasiva y la ausencia relativa de molestias para el paciente", ha argumentado Gonzalo.
Sin embargo, los cambios en la etapa inicial de la enfermedad de Alzheimer son sutiles y es difícil distinguir los patrones mediante la evaluación radiológica convencional. Por lo tanto, sigue siendo difícil establecer biomarcadores fiables para el diagnóstico y el seguimiento de la progresión de la enfermedad, especialmente en las primeras etapas.
Este hecho ha llevado al desarrollo de numerosos métodos automáticos para la evaluación de la atrofia cerebral. Y es, en esta línea, en la que se mueve la investigación en la que han participado los investigadores de la UPM. "En este estudio, se ha propuesto el uso de una nueva característica textural, basada en el concepto de histón, para realizar la categorización de los volúmenes de RMN ponderados T1, con el fin de separar a los pacientes con enfermedad de Alzheimer de los pacientes cognitivos normales", ha detallado la investigadora de la UPM.
En concreto, los resultados experimentales obtenidos han demostrado una mejora significativa en la clasificación de la enfermedad de Alzhéimer frente al deterioro cognitivo en comparación con otras aproximaciones encontradas en la literatura. "Aunque dadas las diferencias de edad, sexo, deficiencia y/o calidad de imagen entre las poblaciones de estudio es imposible hacer una comparación directa, en general, podemos afirmar que los resultados obtenidos son comparables o mejores que los de métodos texturales similares", ha apostillado.