MADRID, 21 Ago. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Pública de Pensilvania (Estados Unidos) han demostrado que una intervención diseñada para que las madres primerizas promovieran un crecimiento saludable entre sus bebés resulta en un índice de masa corporal (IMC) más bajo cuando sus hijos cumplen tres años.
Este estudio, que comenzó poco después del nacimiento de los bebés, les enseñó a las madres varias estrategias para cuidar a sus bebés cuando estaban somnolientos, durmiendo, inquietos, comiendo o jugando. "Nos da la esperanza de que intervenciones como esta puedan alterar las trayectorias de crecimiento y ayudar a los niños pequeños a ser más saludables a medida que envejecen", explica Ian Paul, profesor de pediatría.
Los investigadores, que publican sus hallazgos este martes en la revista 'Journal of the American Medical Association' (JAMA), señalan que debido a que los niños con sobrepeso tienen más probabilidades de convertirse en adultos con sobrepeso, es "fundamental" encontrar formas de prevenir la obesidad y sus problemas asociados, que incluyen enfermedades del corazón, presión arterial alta y diabetes tipo 2.
"Hay evidencia de que muchos de nuestros comportamientos, incluidos los relacionados con comer y dormir, están 'programados' a una edad muy temprana. Algunas de nuestras investigaciones se basan en la idea de que los alimentos deben usarse para el hambre, no para otros fines, como para calmar o recompensar a un niño. Los bebés que se relajan con alimentos desde el principio pueden usarlos después para calmar a sus hijos. Estos comportamientos se determinan temprano. Por lo tanto, nuestra intervención fue diseñada para actuar temprano, cuando estos comportamientos se están estableciendo y antes de que se desarrolle el sobrepeso o la obesidad", detalla Paul.
Los investigadores reclutaron a 279 madres primerizas y sus bebés para el estudio, con 140 madres que participaron en la intervención y 139 que recibieron educación sobre seguridad en el hogar, como grupo de control. Las madres en la intervención recibieron cuatro visitas a domicilio de las enfermeras durante el primer año de su bebé. Las estrategias incluían maneras de calmar a sus bebés no hambrientos pero molestos por los alimentarlos, evitando usar comida como recompensa, y no forzando a los niños a comer cuando muestran signos de saciedad.
Además, también se les instruyó en cómo mejorar el sueño temprano a través de buenas rutinas antes de acostarse y respuestas a los despertares nocturnos, así como a crear dietas saludables exponiendo repetidamente a los bebés a vegetales y frutas incluso cuando los rechaza inicialmente.
Los investigadores encontraron que cuando los niños tenían tres años, los niños pequeños en el grupo de intervención tenían un IMC más bajo en promedio que los del grupo control. Entre los niños en el grupo de intervención, 11,2 por ciento tenían sobrepeso y 2,6 eran obesos frente a 19,8 por ciento de sobrepeso y 7,8 por ciento de obesos en el grupo de control.
"Nuestros resultados muestran que nuestra intervención persistió en los niños de hasta tres años, y que el cambio a lo largo del tiempo muestra que hicimos una diferencia en sus trayectorias de crecimiento", detalla Paul, quien apunta que los hallazgos son "prometedores", pero reconoce que se necesita investigación adicional para replicar estos hallazgos entre muestras más diversas, especialmente aquellas con mayor riesgo de obesidad.