MADRID, 4 Feb. (EDIZIONES) -
El cáncer supone un mazazo para el que recibe la noticia, para el paciente, pero también para su familia. El ejercicio es su gran aliado, tanto antes, como durante el proceso, y después de superar el mismo, y por numerosas razones que descubrimos en este reportaje.
Para ello charlamos en Infosalus con Soraya Casla, doctora en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y pionera en España en el ejercicio oncológico, que actualmente dirige el primer centro especializado de ejercicio oncológico 'Ejercicio y cáncer', situado en Madrid.Cree que estamos cambiando un paradigma y la sociedad, en general, entiende el ejercicio físico como parte importante de la salud.
"No es fácil, pero en la pandemia nos dimos cuenta de que quienes tenían ejercicio físico tenían mayor supervivencia", insiste. Así, considera que hay más evidencia científica de que el ejercicio ayuda en diferentes enfermedades, no sólo en el caso del cáncer. "El ejercicio se empieza a percibir como algo que hay que hacer para estar mejor, incluso aunque se tenga el diagnóstico de una enfermedad", añade.
No obstante, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas adultas en el mundo no cumple con las recomendaciones de actividad física aconsejadas, cuando el ejercicio es un elemento esencial para mantener un estilo de vida saludable y se ha relacionado con menores tasas de incidencia y de mortalidad de diferentes enfermedades, entre las que se encuentra el cáncer, así como con una mejor calidad de vida, y con menores efectos secundarios derivados de los tratamientos, según defiende el Documento de posicionamiento sobre 'Ejercicio en los pacientes con cáncer', de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), que presenta a finales de enero.
Este trabajo científico constata el importante papel en la prevención de enfermedades que cumple el ejercicio físico que, en el caso concreto del cáncer, cifra hasta en un 30% en la reducción del riego de cáncer de vejiga, mama, endometrio, colon, estómago y esófago. "El ejercicio también se asocia a una reducción de casi el 20% del riesgo de mortalidad específica para todos los cánceres combinados", agrega.
EL EJERCICIO ES TERAPIA TAMBIÉN EN EL CÁNCER
Soraya Casla, por su parte, celebra en este sentido que hay cada vez más pacientes oncológicos que se animan a practicar deporte después del diagnóstico, si no lo hacían ya antes del mismo. Precisamente, acaba de publicar 'Ante el cáncer, muévete' (Vergara), un manual en el que trata todos estos asuntos.
"Los pacientes son conscientes de que tienen que hacerlo. El ejercicio físico es realmente una terapia más, que previene otros tratamientos y que ayuda a otros procedimientos médicos. Antes del cáncer nos ayuda a prevenir diferentes tipos de tumores, hasta 26. Se ha visto que puede ayudar a reducir su riesgo, y que mejora la salud de los pacientes, al prevenir el cáncer, pero también otras enfermedades cuya base fisiológica muchas veces es similar a la de éste", subraya esta experta.
Para ella lo más importante es que "en los diferentes tipos de tumores el ejercicio aumenta la supervivencia", y éste debe ser, según defiende, "el principal motor motivacional para los pacientes".
REDUCE LOS EFECTOS SECUNDARIOS Y PREVIENE OTROS
Aparte, Casla subraya que durante los tratamientos aparecen los efectos secundarios y el ejercicio físico ayuda a reducir muchos, "incluso a prevenir que aparezcan en un grado tan alto". Eso sí, resalta que, donde más impacta el ejercicio en el cáncer es en la fatiga, dado que muchos pacientes se sienten muy cansados y de repente todo lo contrario si hacen ejercicio. "Piensan que no pueden hacer ejercicio y al hacerlo se encuentran mejor", aclara.
El ejercicio en el cáncer igualmente ayuda a prevenir las enfermedades cardiovasculares, o la cardiotoxicidad a largo plazo de los tratamientos, aparte de prevenir la pérdida de masa muscular o la ganancia de grasa, ser capaz de combatir esa sensación de hormigueo o de falta de sensibilidad a nivel periférico en las extremidades o neuropatías periféricas. "El ejercicio mejora igualmente el sistema inmune y que la situación del paciente sea la mejor posible para recibir los tratamientos según lo establecido, en el tiempo y en las dosis fijadas. Además, por supuesto, de disminuir los niveles de presión y de ansiedad que nos puede presentar esta enfermedad", según prosigue la doctora en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Reconoce que, cuanto más estudia sobre los efectos secundarios del tratamiento del cáncer ve aún más necesaria la práctica de ejercicio: "Estas terapias generan un envejecimiento en las células, pero el ejercicio físico representa un estímulo externo que ayuda a rejuvenecerlas poco a poco tras los tratamientos, y por eso mejora tantos aspectos la salud de la persona".
Es por ello por lo que destaca que el ejercicio es útil en el cáncer "en todo momento", y "siempre es mejor empezar que no hacerlo". A su juicio, si se empieza su práctica antes de los tratamientos será lo mejor: "Tengo pacientes que llegan con el diagnóstico al centro, nada más ser diagnosticados y estos pasan por todo el proceso oncológico con menos días malos, comparado con aquellos que vienen después. Seguramente se encuentran peor en los tratamientos quienes no hacen ejercicio. Empezar cuanto antes mejora la calidad de vida de los pacientes".
Es más, subraya que en todos los pacientes con cáncer el ejercicio físico está indicado; incluso en quienes se someten a cirugías complicadas y específicas, en quienes reciben quimioterapia, o radioterapia agresiva, o en pacientes con enfermedad avanzada o metastásica. "El deporte reduce, y mucho, los niveles de fatiga; mejora la respuesta a los tratamientos; se reducen mucho los efectos secundarios, impactando mucho en la calidad de vida, por ejemplo", añade.
En el documento de posicionamiento sobre el ejercicio en los pacientes con cáncer de la SEOM antes citado, y que recoge Europa Press (https://seom.org/images/Ejercicio_en_los_pacientes_con_cancer-_niveles_asistenciales_y_circuitos_de_derivacion.pdf ), también esta sociedad científica pone en valor que el ejercicio interfiere en el desarrollo y la progresión del cáncer, de manera que pone en valor la práctica de ejercicio.
Según enumera, entre otros puntos, la práctica de ejercicio, además: reduce la producción de hormonas anabólicas y sexuales; regula la expresión de los genes relacionados con la apoptosis o muerte celular, favoreciendo la misma a través de la síntesis de miocinas; participa en el adecuado control del ciclo celular; aumenta la perfusión y vascularización tisular; interfiere en los mecanismos de invasión de las células cancerígenas, induciendo la expresión de las proteínas de adhesión, y mejora la función del sistema inmunitario.
CÓMO SABER EL EJERCICIO NECESARIO PARA CADA PERSONA
Considera que lo más importante es una valoración inicial, eso sí, porque cada paciente necesita una determinada pauta de ejercicios, de acuerdo con su estado de salud general y los tratamientos que está recibiendo. Pone el ejemplo de que hay quimioterapias que, por ejemplo, son cardio tóxicas, o que afectan más al sistema digestivo.
"Si hay limitaciones funcionales por las cirugías o por el seguimiento de una terapia concreta se trabaja en colaboración con los fisioterapeutas especialistas. Se siguen sus recomendaciones a nivel funcional, se aportan consejos concretos tras conocer al paciente, y se adaptan los ejercicios, tanto el nivel, como el tratamiento", aclara.
QUÉ TIPO DE EJERCICIOS SON LOS MÁS SALUDABLES
"En España seguimos hablando de cardio y de fuerza, mientras que en Estados Unidos hablan de intensidad", comenta Soraya Casla. A su juicio, hay que hacer los dos porque así lo defiende la OMS, incluyendo el ejercicio cardiovascular, evitar nadar, eso sí, cuando las defensas están bajas porque hay un mayor riesgo de infección, incluir ejercicios de fuerza (gomas, pesos libres, o máquinas, por ejemplo).
Después habla de ejercicios de propiocepción, de equilibro y de fuerza isométrica, "con más beneficios a nivel articular y neural". Con todo ello, afirma que las últimas revisiones indican que lo importante es la intensidad con la que se trabaja: "Hay que incluir alta intensidad en los protocolos de ejercicio; estos estar adaptados al paciente; y por eso hay que hacer una valoración inicial. Independientemente del tipo de tumor y de la enfermedad, hay que hacer cardio, ejercicios de fuerza, estiramientos y equilibro, y jugaremos con la intensidad en función de la situación y de la evolución de la paciente. Hay personas que por su situación emocional, por los efectos secundarios, o por el estadio en el que se encuentran no pueden hacerlo por su cuenta, y hay lugares específicos donde trabajarlos de manera adecuada y adaptada".