BARCELONA, 24 Nov. (EUROPA PRESS) -
El ambicioso proyecto de investigación Infancia y Medioambiente (Inma), liderado por el doctor Jordi Sunyer, ha logrado constatar que los bebés sometidos a contaminación atmosférica durante el proceso de gestación pesan alrededor de 50 gramos menos que aquellos que se desarrollan en un ambiente limpio y libre de humos.
En declaraciones a Europa Press, Sunyer explicó que dicha exposición a la contaminación atmosférica en el caso español estaría generada principalmente por el tráfico rodado --más que los pesticidas presentes en los alimentos--, un problema cuya mejora se atisba muy menor en la última década.
Sunyer señaló que se trata del hallazgo más reciente de un proyecto de investigación que se desarrolla desde hace diez años y ha seguido la evolución de más de 3.500 niños en diferentes lugares de España, con el objetivo de estudiar el papel de los contaminantes ambientales durante el embarazo e inicio de la vida, y sus efectos en el crecimiento y desarrollo infantil.
El director del Inma participó hoy junto con el catedrático de Medicina Medioambiental de la University of Southern Denmark y profesor adjunto de la Harvard School of Public Health, Philippe Grandjean, en una conferencia en Barcelona en la que se dio a conocer la aportación de 300.000 euros al proyecto durante los próximos tres años de la Fundación Roger Torné.
El doctor explicó que los costes de la investigación ascienden a un millón de euros anuales, ya que la intención es seguir cada año a una cohorte de mujeres embarazadas en ocho lugares distintos de España. Las más antiguas pertenecen a niños de Tarragona y Menorca que ahora tienen diez años, y las más recientes a otros de Asturias, Valencia, Sabadell (Barcelona) y Guipúzcoa que ahora tienen entre 2 y 4 años.
De acuerdo con los resultados obtenidos hasta el momento, Sunyer señaló que está ampliamente documentado que los contaminantes atmosféricos, los desinfectantes presentes en el agua y los residuos que se incorporan al organismo a través de la dieta, tienen un efecto adverso claro en el desarrollo de los niños y en las enfermedades que sufren.
La afectación incluye casos de polución pulmonar, asma y un peor desarrollo neurológico y mental. En concreto, Sunyer recordó los datos publicados en 2005 que constataron que una mayor presencia de DDT provoca cierto retraso en las funciones superior del cerebro, aquellas que tienen que ver con la capacidad de organización del individuo, la toma de decisiones y la competencia social.
Entre otras de las investigaciones destacadas, el director del Inma mencionó la comprobación de que existen diferencias entre regiones, y así el consumo de determinados peces, como el pez espada, supone una mayor presencia de mercurio en sangre porque se trata de una especie depredadora que acumula en su organismo los contaminantes de sus presas.
En cualquier caso, Sunyer recordó que las peores consecuencias para el feto las siguen provocando las conductas de riesgo más extendidas y más contraindicadas, como serían el alcoholismo y el tabaquismo, por encima de otro tipo de contaminantes.