MADRID, 20 Oct. (EUROPA PRESS) -
En las últimas décadas, los científicos han descubierto que la restricción calórica a largo plazo proporciona una gran cantidad de beneficios en los animales: menor peso, mejor control del azúcar en la sangre, incluso una mayor duración de la vida. Ahora, un estudio en ratones revela que para conseguir todo el beneficio es necesario combinarlo con ayuno, según publican sus autores en la revista 'Nature Metabolism'.
Los investigadores han asumido en gran medida que la reducción de la ingesta de alimentos impulsó los beneficios mediante la reprogramación del metabolismo. Pero el nuevo estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos concluye que no basta con reducir la ingesta de calorías y que el ayuno es esencial para que los ratones obtengan todos los beneficios.
Los nuevos hallazgos respaldan las pruebas preliminares de que el ayuno puede mejorar la salud de las personas, ya que las tendencias como el ayuno intermitente siguen teniendo fuerza. Estos estudios en humanos y animales se suman al creciente panorama de cómo la salud está controlada por cuándo y qué comemos, no sólo por cuánto.
La investigación subraya la complejidad de la nutrición y el metabolismo y orienta a los investigadores que intentan desentrañar las verdaderas causas de los beneficios para la salud inducidos por la dieta en animales y humanos.
Los investigadores descubrieron que, combinado con comer menos, el ayuno reduce la fragilidad en la vejez y prolonga la vida de los ratones. Y el ayuno por sí solo puede mejorar el azúcar en sangre y el metabolismo del hígado.
Sorprendentemente, los ratones que comieron menos calorías pero nunca ayunaron murieron más jóvenes que los que comieron todo lo que quisieron, lo que sugiere que la restricción calórica por sí sola puede ser perjudicial.
La investigación fue dirigida por el investigador de metabolismo de la Facultad de Medicina y Salud Pública de la UW, Dudley Lamming, su estudiante de posgrado Heidi Pak y sus colegas, quienes se animaron a realizar el estudio porque los investigadores empezaron a darse cuenta de que los estudios anteriores habían combinado involuntariamente restricciones calóricas con ayunos prolongados al proporcionar a los animales comida sólo una vez al día. Era difícil, pues, distinguir los efectos de uno y otro.
"Este solapamiento del tratamiento -reducir las calorías e imponer un ayuno- era algo que todo el mundo veía, pero no siempre era obvio que tuviera un significado biológico --señala dice Lamming, que lleva mucho tiempo estudiando el efecto de las dietas restringidas en el metabolismo--. Sólo en los últimos años la gente ha empezado a interesarse por esta cuestión".
Para desentrañar estos factores, el grupo de Lamming diseñó cuatro dietas diferentes para que los ratones las siguieran. Un grupo comía todo lo que quería y cuando quería. Otro grupo comía una cantidad completa, pero en un periodo corto de tiempo: esto les proporcionaba un largo ayuno diario sin reducir las calorías.
A los otros dos grupos se les dio un 30% menos de calorías, ya sea una vez al día o dispersas a lo largo de toda la jornada. Eso significaba que algunos ratones tenían un largo ayuno diario mientras que otros comían la misma dieta reducida en calorías pero sin ayunar, lo que difiere de la mayoría de los estudios anteriores sobre restricción calórica.
Resultó que muchos de los beneficios que originalmente se atribuían a la restricción calórica por sí sola -mejor control del azúcar en sangre, uso más saludable de la grasa para obtener energía, protección contra la fragilidad en la vejez y mayor duración de la vida- requerían también el ayuno. Los ratones que comieron menos calorías sin ayunar no experimentaron estos cambios positivos.
El ayuno por sí solo, sin reducir la cantidad de alimentos ingeridos, fue tan potente como la restricción calórica con ayuno. El ayuno por sí solo fue suficiente para mejorar la sensibilidad a la insulina y reprogramar el metabolismo para que se centrara más en el uso de las grasas como fuente de energía. Los hígados de los ratones en ayunas también mostraron las características de un metabolismo más saludable.
Los investigadores no estudiaron el efecto del ayuno por sí solo sobre la esperanza de vida o la fragilidad a medida que los ratones envejecían, pero otros estudios han sugerido que el ayuno puede proporcionar también estos beneficios.
Aunque los ratones que comieron menos calorías sin ayunar nunca mostraron una mejora en el control de la glucemia, también murieron más jóvenes. En comparación con los ratones que comieron menos y ayunaron, los que sólo comieron menos murieron unos 8 meses antes de media.
"Eso fue bastante sorprendente", destaca Lamming, aunque otros estudios también han mostrado algunos efectos negativos de la restricción de calorías. El equipo también midió la fragilidad a través de métricas como la fuerza de agarre y el estado del pelaje. "Además de tener una vida más corta, estos ratones eran peores en ciertos aspectos de la fragilidad, pero mejores en otros --señala--. Así que, en conjunto, su fragilidad no cambió mucho, pero no parecían tan sanos".
Los estudios primarios se realizaron en ratones macho, pero el laboratorio de Lamming también encontró efectos metabólicos similares del ayuno en ratones hembra.
La investigación revela lo difícil que son los estudios sobre la dieta, incluso en un entorno de laboratorio. Esa dificultad se amplía en el caso de los estudios en humanos, que simplemente no pueden igualar el nivel de control posible en los modelos animales. El nuevo estudio puede orientar los futuros trabajos que intenten responder si el ayuno mejora la salud humana.
"Necesitamos saber si este ayuno es necesario para que las personas vean los beneficios --apunta Lamming--. Si el ayuno es el principal impulsor de la salud, deberíamos estudiar los fármacos o las intervenciones dietéticas que imitan el ayuno en lugar de los que imitan menos calorías".