El aumento de peso en niños con obesidad está relacionado con la desconexión entre el cerebro y el intestino

Archivo - Problemas emocionales, niño obeso. Sobrepeso
Archivo - Problemas emocionales, niño obeso. Sobrepeso - GETTY IMAGES/ISTOCKPHOTO / KWANCHAICHAIUDOM
Publicado: lunes, 26 septiembre 2022 7:18

MADRID, 26 Sep. (EUROPA PRESS) -

Los niños con obesidad, que han perdido peso recientemente, son más propensos a mostrar actividad relacionada con el hambre en sus cerebros después de una comida, según una investigación presentada en la 60 Reunión Anual de la Sociedad Europea de Endocrinología Pediátrica.

Esta actividad cerebral, que refleja que la comida no les satisface, se produce a pesar de que sus niveles hormonales intestinales han cambiado, como se esperaba, para reducir el hambre e indicar saciedad. Esta desconexión entre la satisfacción de la comida en el cerebro y el sistema digestivo puede ser la causa de que muchas personas recuperen peso, sobre todo después de una dieta estricta.

Comprender y abordar esta persistencia de la actividad cerebral promotora del hambre podría conducir a tratamientos mejores y más sostenibles para la obesidad en niños y adultos.

La obesidad es una crisis sanitaria mundial cada vez más grave, con unos 124 millones de niños afectados en todo el mundo. La obesidad aumenta el riesgo de muchos otros problemas de salud, como la diabetes de tipo 2, las enfermedades cardíacas y el cáncer. La obesidad en los niños suele tratarse mediante una terapia conductual basada en la familia que incluye sesiones periódicas en régimen ambulatorio centradas en la educación dietética y la actividad física.

Muchos niños recuperan el peso poco después de terminar el programa y no se sabe muy bien por qué la tasa de éxito es tan baja. El apetito y el metabolismo, y por tanto el aumento de peso, están regulados por la actividad tanto del cerebro como del sistema digestivo. Entender cómo estos procesos se ven afectados por la pérdida de peso puede ayudarnos a comprender mejor los mecanismos que predisponen a los niños a ganar peso de rebote.

En este estudio, el profesor Roth y sus colegas del Hospital Infantil de Seattle (Estados Unidos) compararon la actividad cerebral de regulación del apetito con las respuestas hormonales del intestino en niños con obesidad antes y después de un programa de pérdida de peso de 24 semanas.

Mediante resonancia magnética funcional, evaluaron los patrones de activación de las áreas cerebrales que regulan el apetito en respuesta a imágenes de alto y bajo contenido calórico, después de una comida. También se evaluaron los niveles de hormonas intestinales antes y después de las comidas, al principio y al final del programa.

Al final del programa, los niños seguían mostrando altos niveles de activación en las áreas cerebrales relacionadas con el apetito, después de una comida, en respuesta a las imágenes de alimentos, lo que indicaba que tenían hambre. Sin embargo, sus niveles de hormonas intestinales reguladoras del apetito indicaban plenitud y saciedad.

Sorprendentemente, los niños que perdieron más peso mostraron la mayor activación en sus cerebros a las señales de alimentos después de una comida, al final del programa.

El profesor Roth resalta que estos resultados "implican que durante la intervención de pérdida de peso, el cuerpo actúa para conservar la grasa mediante el mantenimiento de las respuestas de hambre en el cerebro, y que esto debe ser abordado, tal vez a través de un tratamiento farmacológico, para una pérdida de peso exitosa y sostenida en los niños con obesidad".

Aunque el profesor Roth advierte de que "estos resultados proceden de un pequeño grupo de niños sometidos a pruebas sólo al principio y al final del programa de intervención, por lo que se necesitarían estudios más amplios y detallados para confirmar este efecto central. También sería útil investigar durante cuánto tiempo persiste la desconexión entre la regulación central y local del apetito tras la pérdida de peso mantenida, para orientar los planes de intervención", advierten.

Por todo ello, el profesor Roth sugiere que, "para un tratamiento más exitoso de la obesidad en los niños, deberíamos evitar las intervenciones que conducen a reducciones rápidas del peso corporal y, en su lugar, aspirar a cambios más graduales y consistentes en el estilo de vida, a lo largo de años y no de meses, que conduzcan a mejoras sostenidas y a largo plazo en la pérdida de peso y la salud".