El aumento de las defensas antioxidantes podría retrasar el envejecimiento

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Actualizado: martes, 15 marzo 2016 11:50

   MADRID, 15 Mar. (EUROPA PRESS) -

   Un estudio realizado por un grupo de científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) dirigidos por Manuel Serrano, en colaboración con un grupo de la Universidad de Valencia dirigido por José Viña y con investigadores del IMDEA Alimentación de Madrid, ha mostrado que un incremento global de las defensas antioxidantes del organismo podría retrasar el envejecimiento y las enfermedades asociadas a la edad.

   El objetivo de los expertos ha sido aumentar globalmente la actividad de todas las enzimas antioxidantes de la célula a través del incremento en los niveles del NADPH, una molécula relativamente sencilla cuya importancia es clave para las reacciones antioxidantes y que, sin embargo, hasta ahora no había sido objeto de estudio en relación al envejecimiento.

   Los investigadores han utilizado una aproximación genética para aumentar los niveles de NADPH. En concreto, han generado ratones transgénicos con expresión aumentada en todo su organismo de una de las enzimas "más importantes" para la producción de NADPH, la glucosa-6-fosfato deshidrogenasa (o G6PD).

   Los resultados del trabajo, publicado en la revista 'Nature Communications', indican que un aumento de G6PD, y por lo tanto del NADPH, aumenta las defensas antioxidantes naturales del organismo, protege del daño oxidativo, disminuye procesos relacionados con la edad como la resistencia a la insulina y aumenta la longevidad.

ANTIOXIDANTES PARA RETRASAR EL ENVEJECIMIENTO

   "Como era de esperar, las células de estos animales son más resistentes a tratamientos oxidativos artificiales altamente tóxicos, demostrando así que el incremento de G6PD realmente mejora las defensas antioxidantes", ha explicado la primera firmante del trabajo y actualmente investigadora en el Instituto de Medicina Molecular de la Universidad de Lisboa, Sandrina Nóbrega-Pereira.

   Más aún, cuando los investigadores analizaron animales transgénicos longevos, observaron que sus niveles de daño oxidativo eran menores que los de sus compañeros no transgénicos de la misma edad. También estudiaron la propensión de estos animales a desarrollar cáncer y no observaron ninguna diferencia, lo que sugiere que elevar la actividad de G6PD no tiene un efecto importante sobre el desarrollo del cáncer.

   Ahora bien, uno de los principales hallazgos lo encontraron cuando midieron el proceso de envejecimiento de los ratones transgénicos: los animales con una expresión elevada de G6PD y, por lo tanto, niveles altos de NADPH, envejecían de forma más tardía, metabolizaban mejor el azúcar y tenían una mejor coordinación en sus movimientos al envejecer. Además, las hembras transgénicas vivían un 14 por ciento más que las no transgénicas, mientras que no observaron efectos significativos en la longevidad de los machos.

   "Este aumento de la longevidad, aun siendo modesto, es llamativo teniendo en cuenta que hasta ahora los intentos de aumentar la longevidad manipulando las defensas antioxidantes habían fracasado", ha puntualizado el coprimer firmante del trabajo e investigador del IMDEA Alimentación, Pablo Fernández-Marcos.

AUMENTO GLOBAL DE LA CAPACIDAD ANTIOXIDANTE DE LAS CÉLULAS

   Con estos resultados, los autores del trabajo han apuntado al uso de fármacos que aumentan los niveles de NADPH como posibles herramientas para retrasar el envejecimiento en humanos y aquellas enfermedades asociadas a él como la diabetes, entre otras. Concretamente, la vitamina B3 y sus derivados son responsables de la síntesis de los precursores del NADPH y son candidatos idóneos para futuros estudios.

   "Frente a la aproximación tradicional de administrar antioxidantes que reaccionan directamente con el oxígeno, nosotros hemos estimulado el conjunto de todos los mecanismos antioxidantes naturales de las células a través de elevar G6PD y su producto, el NADPH", ha zanjado la coautora del trabajo e investigadora de la Universidad de Valencia, Mari Carmen Gómez-Cabrera.

   El estudio ha sido financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, la Comunidad de Madrid, el Consejo Europeo de Investigación de la Unión Europea, la Fundación Botín y el Banco Santander a través de su División Global Santander Universidades, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), la Fundación Ramón Areces, la Fundación AXA y la Red Española de envejecimiento y fragilidad RETICEF y los Fondos de desarrollo regional FEDER de la Comunidad Europea.