¿Qué es el Síndrome de Asperger?

Asperger, niño, autismo
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Actualizado: miércoles, 18 febrero 2015 17:19

MADRID, 28 Dic. (INFOSALUS) -

   El Síndrome de Asperger es un trastorno del neurodesarrollo que se encuentra dentro de los Trastornos del Espectro Autista (TEA). Dentro del continuo de los TEA, este síndrome supondría una mayor adaptación y funcionalidad pero con importantes problemas de relación y comunicación con otras personas así como una restricción patológica de intereses y conductas rígidas y restringidas ante determinados estímulos.

   Según explica a Infosalus José Antonio Peral, psicólogo clínico del departamento técnico de la Federación Española de Asociaciones de Síndrome de Asperger, el trastorno tiene un fuerte componente genético y es un tipo de autismo de alto funcionamiento en el que no existe retraso mental y el cociente intelectual está dentro del promedio o incluso en algunos casos por encima de la media, aunque no en la mayor parte de los afectados/as.

   El lenguaje también es funcional a diferencia del autismo más clásico aunque puede presentar un habla en tono plano o prosodias o una mayor elaboración que incluso puede dar la sensación de pedantería. Pueden existir intolerancias digestivas o hiperacusias derivadas de una mayor sensibilidad ante las percepciones auditivas.

   Los intereses restringidos pueden ocupar gran parte del tiempo de los afectados/as por el síndrome y es fácil que invadan muchas áreas de sus relaciones sociales y pueden dar lugar a su aislamiento social derivado de la falta de comprensión por parte de los demás de esta actitud como un síntoma del trastorno.

   A esto se une su conducta rígida en la que existe una necesidad excesiva de planificación del tiempo y de rutinas personales que siguen de forma fija y que les convierte en personas inflexibles a las que los imprevistos pueden afectar emocionalmente en gran medida.

   A los más jóvenes se les 'cuelgan' así etiquetas de 'raros' y 'friquis' o son señalados por los demás por tener un comportamiento bizarro ligado a este interés enfermizo en algún tema o a rutinas obsesivas.

UNA EVOLUCIÓN VITAL INCIERTA

   El diagnóstico tiene carácter clínico y está basado en patrones de comportamiento que se detectan a través de una entrevista realizada por un especialista que integra la utilización de determinados cuestionarios específicos para detectar información definitoria del trastorno.

   "Hasta que no se desarrollen nuevas técnicas más precisas y directas, el diagnóstico tiene carácter clínico no-analítico y está basado en patrones de comportamiento que se detectan a través de entrevista clínica realizada por especialistas que integra la utilización de determinados cuestionarios específicos, test y otros instrumentos para detectar información definitoria y sensible del trastorno".

   Se evalúan así el perfil cognitivo, la función ejecutiva como en la planificación de la conducta o en la anticipación de consecuencias y elementos de la comunicación verbal y no verbal, entre otros.

   "Intervienen: el momento de diagnóstico, la intervención temprana, el desarrollo personal, la intensidad de la sintomatología, la funcionalidad de los afectos y conducta, su inserción o no en el mundo laboral, etc. La mayoría de afectados/as necesitará tutorización y apoyo permanente toda su vida", señala Peral.

   Desde la Federación de Asociaciones de Asperger señalan que "la problemática a la que se enfrentan estas personas es inmensa, con pocas unidades especializadas en el ámbito educativo para la inclusión de los niños/as y escasas unidades de referencia clínicas, sin la existencia de una verdadera sensibilidad social ante la neurodiversidad de estas personas que además padecen acoso escolar y laboral".

   Las asociaciones de afectados financian, con grandes dificultades, a los profesionales clínicos especializados y la atención pública sanitaria en las aomunidades autónomas presenta una situación heterogénea en la que no todas cuentan con unidades de referencia en autismo y profesionales lo suficientemente formados.

EL SÍNDROME INVISIBLE

   Los afectados presentan distinto grado de afectación y funcionalidad, de ahí que existan casos que llegan hasta la edad adulta sin ser diagnosticados ya que estas personas que pueden tener un menor grado del trastorno encuentran la forma de compensar su déficit.

   Además, a diferencia de otros trastornos del continuo de los TEA en los que se observan los síntomas ya en los distintos hitos evolutivos, el síndrome de Asperger se evidencia sobre todo en la alteración de la conducta social, un aspecto que en los niños comienza a ser más evidente a partir de los 3 años y medio o los 4 años.

   "A esta edad existe ya un interés social más relevante en el niño y las posibles dificultades sociales podrían ser más observables. Sin embargo, en la experiencia clínica el diagnóstico puede realizarse bastante más tarde, hacia los 7, 8 o 9 años y existen adultos de entre 35 y 40 años que tras conocer nuestras acciones de divulgación se han visto reflejados y al buscar diagnóstico han resultado padecer el síndrome", explica Peral.

   Se lo conoce también como el 'síndrome invisible' dado que es desconocido por la población general e incluso por los profesionales del ámbito de la salud, todo ello lleva a una situación de subdiagnóstico entre las personas que lo padecen.

   En cuanto a su prevalencia, es también controvertida la existencia de datos sobre qué número de casos se dan en la población general aunque sí está claro que en los últimos tiempos han aumentado los TEA. En 1975 se estimaba que se daba un caso de TEA por cada 5.000 nacimientos, en 2008 esta cifra se movía hasta un caso por cada 150 nacimientos y en 2012 se maneja la posibilidad de un caso por cada 88 nacimientos.

   Para este aumento de prevalencia existen múltiples teorías y factores en estudio, desde la Federación Española de Asociaciones de Asperger se plantea que la mejora en la sensibilidad de los instrumentos diagnósticos y la mayor formación de los especialistas en la detección y diagnóstico han permitido una progresión positiva en la identificación de nuevos casos.

LA FAMILIA, UN PILAR BÁSICO DEL TRATAMIENTO

   El diagnóstico diferencial que recibe el afectado supone un tratamiento que debe adaptarse a las características personales que dan forma al síndrome. "El abordaje desde el punto de vista clínico y terapéutico debe ser individualizado y su objetivo es flexibilizar las conductas rígidas, trabajar en la anticipación de respuestas y en los elementos del lenguaje convencionales en los que pueden existir problemas", aclara Peral.

   No existe fármaco específico para los TEA aunque sí para los síntomas y signos de los trastornos. "Coincidimos desde las confederaciones de asociaciones de autismo que las personas con TEA en España están muy medicadas. Las personas con síndrome de Asperger sufren mucho estrés derivado de relaciones sociales difíciles de manejar para ellos, lo que supone que pueden llegar a tomar ansiolíticos o antidepresivos recetados desde Atención Primaria que sólo pueden dirigirse a la sintomatología".

   La terapia psicosocial debe generalizarse a las actividades cotidianas, de ocio y laborales, en las que se participa dentro del grupo de iguales y, sobre todo, en la dinámica familiar y más proximal.

   "Trabajamos ahora más en la generalización de los resultados al ambiente familiar ya que de no ser así los avances son más difíciles. Se trabaja la comunicación en la familia con perspectivas sistémicas para que tenga un papel más activo en el conocimiento del trastorno y sean facilitadores del proceso de cambio", apunta Peral.