MADRID, 25 Mar. (EUROPA PRESS) -
Echar siestas largas o estar excesivamente cansado durante el día está asociado con un mayor riesgo de desarrollar síndrome metabólico, según concluye un estudio que se presenta en la 65ª Sesión Científica Anual de Cardiología, organizada por el Colegio Americano de Cardiología.
En concreto, las siestas durante 40 minutos o más se vinculan con un fuerte incremento en el riesgo de desarrollar síndrome metabólico, un conjunto de problemas de salud como presión arterial alta, colesterol alto, exceso de grasa alrededor de la cintura y azúcar en la sangre, que elevan el riesgo de una persona para la enfermedad cardiaca. Estar muy cansado durante el día también se relacionó con mayor riesgo de síndrome metabólico.
"Echar siestas está muy extendido en todo el mundo -señala el autor principal, Tomohide Yamada, especialista en diabetes en la Universidad de Tokio, Japón--. Por lo tanto, aclarar la relación entre las siestas y la enfermedad metabólica podría ofrecer una nueva estrategia de tratamiento, especialmente ya que la enfermedad metabólica ha ido aumentando constantemente en todo el mundo".
Este meta-análisis evaluó datos de 21 estudios observacionales que implicaron a 307.237 sujetos asiáticos y occidentales y se basó en el trabajo previo de Yamada y sus colegas que relacionaba largas siestas y somnolencia durante el día a una mayor prevalencia de enfermedad cardiaca y diabetes tipo 2.
Los participantes informaron de su somnolencia durante el día, respondiendo a preguntas como: "¿Tiene un problema de somnolencia durante el día", y sus hábitos de siesta, respondiendo a cuestiones como "¿Echa una siesta durante el día" o "¿duerme durante el día?". Los investigadores compararon las respuestas de los participantes con su historial de síndrome metabólico, diabetes tipo 2 y obesidad.
Los resultados mostraron una relación en forma de J entre el tiempo dedicado a las siestas y el riesgo de síndrome metabólico. Los sujetos que dormían siesta durante menos de 40 minutos no mostraron ningún incremento en el riesgo de este trastorno, pero más allá de 40 minutos, el riesgo se elevo significativamente.
HASTA UN 50 POR CIENTO MÁS DE RIESGO DE SÍNDROME METABÓLICO
Dormir la siesta durante 90 minutos parecía aumentar el riesgo de síndrome metabólico en hasta un 50 por ciento, al igual que estar excesivamente cansado o somnoliento durante el día. Curiosamente, había un ligero descenso o disminución del riesgo de síndrome metabólico entre los que echaban una siesta durante menos de 30 minutos.
Un estudio anterior de Yamada y sus colegas, publicado en la edición de junio de 2015 de 'Sleep' relacionó siestas de más de una hora a un aumento del 82 por ciento de enfermedad cardiovascular y un aumento del 27 por ciento en todas las causas de muerte. Esos datos se presentaron en la Reunión Anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes el pasado septiembre, mostrando que el riesgo de diabetes se elevaba en un 56 por ciento si los sujetos estaban fatigados y un 46 por ciento si dormían siestas de más de una hora.
Curiosamente, los tres trabajos mostraron una ligera disminución en el riesgo de sus respectivos trastornos cuando los sujetos echaban una siesta por debajo de una media hora, aunque Yamada considera que se necesitan más estudios para confirmar este hallazgo. La Fundación Nacional del Sueño aboga siestas de entre 20 y 30 minutos para mejorar el estado de alerta sin dejar a las personas aturdidas cuando se despiertan.
"El sueño es un componente importante de nuestro estilo de vida saludable, así como la dieta y el ejercicio -apunta Yamada--. Las siestas cortas podrían tener un efecto beneficioso sobre nuestra salud, pero aún no se sabe la fuerza de este efecto o el mecanismo por el que funciona". Aún así, los resultados demuestran una necesidad de más investigación sobre cómo los hábitos de sueño de las personas influyen en el síndrome metabólico y las enfermedades cardiovasculares.
Según Yamada, las futuras investigaciones deberían tratar de identificar los posibles beneficios cardiovasculares de las siestas cortas, así como el mecanismo por el cual las siestas largas, la somnolencia diurna y el síndrome metabólico se influyen mutuamente, y si los médicos podrían finalmente emplear los hábitos de la siesta de un paciente como un predictor de otros problemas de salud.
Aunque este estudio incluyó datos de más de 300.000 participantes, puede no ser representativo de la población mundial. Los datos también dependían de la información aportada por los participantes, en lugar de medir objetivamente el tiempo de sueño en un laboratorio o con un sistema de seguimiento del sueño.