MADRID, 26 Sep. (EUROPA PRESS) -
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune debilitante que causa inflamación y daño articular doloroso. La artritis reumatoide no comienza con el dolor: años antes de los primeros síntomas, el sistema inmunitario ya sufre cambios que preparan el terreno para la enfermedad. Identificarlos podría permitir intervenir antes de que se produzca daño articular irreversible.
COMIENZA SILENCIOSAMENTE AÑOS ANTES
Investigadores del Instituto Allen, en colaboración con la Universidad de California en San Diego, CU Anschutz, y el Instituto de Investigación Benaroya (todos en Estados Unidos) han descubierto que la artritis reumatoide (AR) no comienza cuando empieza el dolor. Comienza silenciosamente años antes.
El estudio, publicado en la revista 'Science Translational Medicine', ofrece la perspectiva más detallada disponible sobre el desarrollo de la artritis reumatoide, mapeando los cambios inmunitarios en personas en riesgo mucho antes de que aparezcan los síntomas y allanando el camino para un tratamiento y una prevención más tempranos.
Una nueva investigación revela que las personas con riesgo de AR experimentan cambios drásticos en su sistema inmunitario mucho antes de sentir síntomas. Durante esta fase temprana, sus cuerpos libran una batalla autoinmune de forma invisible.
"En general, esperamos que este estudio aumente la conciencia de que la artritis reumatoide comienza mucho antes de lo que se pensaba anteriormente y que permita a los investigadores tomar decisiones basadas en datos sobre estrategias para interrumpir el desarrollo de la enfermedad", describe Mark Gillespie, investigador asistente en el Allen Institute y coautor principal con Kevin Deane (CU Anschutz), Adam Savage (Allen Institute); Troy Torgerson (Allen Institute), y Gary S. Firestein (UC San Diego).
IDENTIFICARON FACTORES PREVIAMENTE DESCONOCIDOS
Durante el estudio de siete años, los investigadores rastrearon a personas portadoras de anticuerpos ACPA, que son biomarcadores conocidos para individuos en riesgo de desarrollar AR, e identificaron factores previamente desconocidos asociados con el desarrollo de la enfermedad, incluida la inflamación generalizada, la disfunción de las células inmunes y la reprogramación celular.
"Esperamos que en el futuro los hallazgos de este estudio respalden estudios adicionales para identificar formas de predecir mejor quién desarrollará AR, identificar posibles objetivos biológicos para prevenir la AR, así como identificar formas de mejorar los tratamientos para aquellos con AR existente", detalla Kevin Deane.
De esta forma, los investigadores descubrieron que la inflamación sistémica ya estaba presente en todo el cuerpo en las personas en riesgo. No se trataba de una inflamación articular localizada, sino de un estado inflamatorio generalizado similar al observado en personas con AR activa.
POR QUÉ EL SISTEMA INMUNITARIO COMIENZA A ATACAR EL TEJIDO SANO
Por otra parte, el trabajo encontró que las células B, que normalmente producen anticuerpos protectores, habían cambiado hacia un estado proinflamatorio. Las células T auxiliares, en particular un subgrupo similar a las células Tfh17, se expandieron drásticamente por encima de los niveles normales. Estas células desempeñan un papel crucial en la dirección de las respuestas inmunitarias, incluyendo la producción de autoanticuerpos (anticuerpos que atacan el propio tejido corporal), y su hiperactividad explica por qué el sistema inmunitario comienza a atacar el tejido sano.
Quizás lo más notable es que el estudio descubrió que incluso las células T "ingenuas" (células inmunitarias que no se habían enfrentado a amenazas previamente) mostraban cambios epigenéticos. Esto significa que el ADN de las células no había mutado, pero sí se había alterado la activación y desactivación de los genes, lo que, en esencia, reprogramó estas células incluso antes de que se enfrentaran a su primera amenaza.
Asimismo, los investigadores identificaron monocitos (un tipo de glóbulo blanco) en el torrente sanguíneo que producían altos niveles de moléculas inflamatorias. Cabe destacar que estas células sanguíneas se parecían mucho a los macrófagos presentes en el tejido articular inflamado de pacientes con AR, lo que sugiere que la enfermedad ya se estaba preparando para atacar las articulaciones.
El estudio revela nuevas señales de alerta temprana (biomarcadores y firmas inmunitarias) que podrían ayudar a los médicos a identificar qué personas en riesgo tienen mayor probabilidad de desarrollar AR, lo que permite un seguimiento más específico y una intervención más temprana.
Si se detecta a tiempo, la AR podría detenerse antes de que se presente, ahorrando a los pacientes años de dolor y discapacidad. Esta investigación podría impulsar un cambio significativo en el uso de tratamientos reactivos que se basan en la aparición del daño articular, y en la prevención proactiva.