MADRID 6 May. (EDIZIONES) -
La realidad de hoy en día es que buena parte de lo que podemos comprar en un establecimiento en el que se nos vende salud, tipo una farmacia, no suele tener nada que ver con nuestra salud, sino más bien con las demandas del mercado.
"Tomamos de base la venta de ciertos productos en la farmacia que no sirven para nada y lo asociamos con el modelo de empresa privada de estas oficinas. Hay un modelo de salud que cada vez se hace más mercantilista, y que no solo se ve en la sanidad pública, sino también en las farmacias", defiende en una entrevista con Infosalus el farmacéutico Felipe de La Fuente.
Junto con su hermano, Raúl de La Fuente, dietista-nutricionista, acaba de publicar 'De venta en farmacias. Una denuncia del negocio de la salud desde dentro' (Sine Qua Non, Penguin Random House), un ensayo en el que claman un "urgente cambio" sobre el actual modelo farmacéutico, más enfocado a la economía que al bienestar de los consumidores.
De hecho, en este manuscrito denuncian que "otra farmacia es posible" e hipotetizan con una posible farmacia pública que, en su opinión, no solo sería buena para la administración pública, sino también para los propios pacientes.
LOS FARMACÉUTICOS: COMERCIALES Y NO PROFESIONALES DE LA SALUD
Y es que una de sus principales denuncias en el libro también es que actualmente en las oficinas de farmacia los farmacéuticos se están convirtiendo más en comerciales, asesorados y en muchos casos instruidos por los propios laboratorios farmacéuticos, que no en profesionales de la salud.
"En la gran mayoría de las farmacias vendemos productos que sabes que no van a mejorar la salud del paciente. El punto medio es que somos una disciplina dentro de las Ciencias de la salud que debería estar basada en la evidencia y a veces hay productos o medicamentos que hacen más o menos efecto. Por ejemplo, un colágeno para la artritis, los suplementos de vitamina C para combatir el resfriado, o ofrecer homeopatía para la otitis. No es muy ético dar algo así porque no hay evidencia científica al respecto", lamenta De la Fuente.
Sostiene en este contexto que los dueños de las oficinas de farmacia, como es su negocio, finalmente el objetivo que desean es lograr la máxima rentabilidad económica, al mismo tiempo que los trabajadores de las oficinas de farmacia conservar su empleo y desempeñarlo de la mejor manera posible.
"Lo más grave - según alertan en el libro-son los problemas reales que subyacen a todo este tinglado de ventas, laboratorios, productos milagro, mayores tiques en la oficina de farmacia: la constante y progresiva mercantilización de la salud y el modelo de empresa privada de la oficina de farmacia, que responden a intereses económicos".
Es más, lamenta Felipe De la Fuente que también hay farmacéuticos que realmente se creen que al vender esos productos sin respaldo científico sobre su eficacia están ayudando al paciente: "Va el comercial, le enseña el producto, y lo ofrece porque lo cree. Pero el hecho de que se venda responde a intereses económicos con una industria detrás que a veces crea una necesidad y hace que se vendan en establecimientos que deberían ser solo sanitarios"
Habla aquí también del colágeno para las articulaciones, productos o complejos vitamínicos para la fertilidad, inmunoestimulantes, o vitaminas crecepelos, bolis acupuntores, inhaladores que protegen de infectarse de la COVID-19 y que al principio fueron retirados del mercado por no haber demostrado lo que prometían, pero que se volvieron a poner a la venta.
DISPENSAR MEDICAMENTOS SIN RECETA
Por otro lado, se quejan también en el libro de esa práctica tan extendida de dar productos sin receta, ¿hasta qué punto o dónde estaría aquí el problema? Reconoce este farmacéutico que, ante esta tesitura, una trabajadora de farmacia tiene dos opciones: o intentar ser profesional y negarse a dispensar medicación sin la correspondiente receta médica, o bien el "tragar" y venderla.
"Hablamos un poco de la hipocresía de la Administración, que sabe que se comenten ilegalidades en las oficinas de farmacia. En la pandemia, por ejemplo, se vio mucho con los pacientes que se quedaron sin Atención Primaria por la falta de medios. ¿Cómo le vamos a dejar a una persona con hipertensión sin sus medicamentos o a una abuelita sin sus antidiabéticos? Adelantamos medicaciones en muchas ocasiones, una práctica que no se puede hacer", advierte.
Pero no queda ahí la cosa porque remarca que se trata de ventas en algunos casos sistemáticas, como sucede con los antibióticos o los antidepresivos, por ejemplo, y que se asocian a que hay que ganar dinero. "En esa farmacia pública que proponemos se podría salvar la dispensación de medicamentos que necesitan receta en situaciones especiales, como las antes mencionadas", sostienen.
Aquí Felipe resalta que ante estas situaciones de tener a un paciente sin receta que acude a la farmacia a por un medicamento, el miedo a las represalias y el no querer discutir con el individuo dos de los factores más importantes que empujan a la gente a cometer estos actos; "una decisión especialmente difícil si hay que pagar facturas", según recalca.