MADRID, 23 Nov. (EDIZIONES) -
¿Quién no se ha llevado la mano al cuello o a los hombros por sentir un dolor agudo? Las contracturas son lesiones comunes, no sólo en los deportistas, y todas las personas con mayor o menor frecuencia o intensidad, han sufrido alguna a lo largo de su vida.
Una contractura es "un aumento de la tensión basal del tejido muscular", explica en una entrevista con Infosalus la tesorera de la Asociación Española de Fisioterapeutas (AEF), Testrella Pallín, que agrega que las contracturas pueden clasificarse en función de diferentes características.
"Las hay primarias, cuando ocurren como lesión primaria; secundarias, asociadas a otra patología principal; o de defensa, que suceden después de un traumatismo brusco y tienen una función de protección de las estructuras pasivas, como huesos y articulaciones", destaca Pallín.
La lesión se manifiesta con dolor, local o irradiado a otras zonas, pero puede ir acompañada de otros síntomas. La experta detalla "limitación de la movilidad, inflamación y hormigueo ocasional y limitación de la función corporal". Todo ello depende "de la zona y del alcance de la misma", especifica la experta.
En cuanto a por qué aparecen, la experta zanja que lo hacen "porque no sucede el proceso fisiológico de relajación tras la contracción muscular". Esto puede deberse, según la miembro de AEF a múltiples causas: "exceso de trabajo muscular, a un mal uso de la musculatura por esfuerzos o mal movimiento, al mantenimiento de posturas prolongadas en el tiempo o, incluso, por falta de actividad", enumera Pallín.
Además, hay personas más proclives que otras a sufrir contracturas. "Aquellas que no llevan una vida activa, aquellas que mantienen a lo largo del día posturas mantenidas, muchas horas sentados, por ejemplo, deportistas, y también aquellos que sufren patología crónica que afecta al aparato locomotor, como Parkinson o artrosis", continúa la experta.
SIEMPRE AL FISIOTERAPEUTA
Las contracturas se pueden tratar con distintas técnicas, pero, en general, "cualquiera que aumente el aporte sanguíneo en la zona de la lesión, movilizaciones activas, pasivas, estiramientos, manipulaciones del segmento vertebral correspondiente, maniobras de inhibición muscular, ejercicios específicos o masaje", pueden resultar útiles, según Pallín.
En este contexto, la experta recuerda que "es necesario acudir al fisioterapeuta, ya que es quien valora sus características, sobre todo su localización, alcance y evolución, además del tratamiento más indicado y el número de sesiones necesarias para cada persona". Esto es importante porque, según señala Pallín, "factores como el tipo de trabajo o de actividad física diaria van a afectar tanto al tiempo de recuperación como a una posible recaída".
No tratar las contracturas conlleva riesgos. La experta, que distingue que "en función de la musculatura afectada los riesgos varían", avisa de que puede cronificarse la lesión, aumentar la zona de la contractura e, incluso, implicar "ausencia de movimiento del segmento corporal afectado".
Por ejemplo, "una contractura de la musculatura intercostal puede limitar el movimiento respiratorio, favoreciendo la acumulación de mucosidad en los pulmones, disminuyendo la capacidad respiratoria y aumentando el riesgo de padecer patologías respiratorias", advierte Pallín, que también menciona que "una contractura de la cadena flexora del miembro superior puede limitar incluso actividades de la vida diaria, como comer o vestirse".