MADRID, 21 Nov. (EUROPA PRESS) -
La investigadora en el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) Roberta Haddad ha advertido de que los episodios de antojos por alimentos ricos en grasa y azúcar durante el embarazo pueden predisponer a la descendencia a desarrollar alteraciones metabólicas, conductuales y neurológicas, con las implicaciones clínicas que esto podría tener para la prevención de la obesidad.
Durante la Reunión Nacional de Obesidad 2025, organizada por la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) en Toledo, la experta ha detallado que hay distintas hipótesis sobre el desarrollo de antojos durante el embarazo, pero los resultados del grupo de investigación del IDIBAPS sugieren que los antojos son una estrategia evolutiva para asegurar un aporte energético suficiente en un periodo de alta demanda metabólica, como es el embarazo.
"En nuestro estudio en modelo animal, hemos demostrado que durante el embarazo hay una reorganización funcional de la conectividad cerebral que afecta a componentes clave del circuito de recompensa, especialmente neuronas que expresan receptores dopaminérgicos D2 en el núcleo accumbens", ha informado Haddad.
Ese cambio neuroplástico aumenta el valor motivacional de alimentos altamente palatables, lo que puede facilitar episodios de antojo frecuentes e intensos. Además, según detalla esta experta, "los antojos tienen una carga cognitiva y motivacional, no solo fisiológica, lo que explica por qué se buscan alimentos específicos y no simplemente comida en general", ha añadido.
Esto también tiene un impacto significativo en el riesgo de desarrollar obesidad. En modelos animales, este grupo de investigación ha observado que madres que presentan episodios recurrentes de antojos por alimentos altamente palatables durante el embarazo tienen descendencia con mayor peso corporal, alteraciones en la intolerancia a la glucosa y mayor vulnerabilidad a trastornos de la conducta alimentaria y ansiedad en la edad adulta.
"Estos resultados indican un mecanismo de programación intergeneracional, donde la conducta alimentaria materna afecta el entorno intrauterino, posiblemente por cambios hormonales, neuroendócrinos y neuronales, que impacta en los sistemas metabólicos y de conducta del feto, que condiciona la susceptibilidad a trastornos metabólicos y neuropsiquiátricos", indica Haddad, quien señala que actualmente están investigando las bases moleculares de estos mecanismos.
Aunque la investigación en humanos aún es limitada, los datos preliminares que se manejan actualmente permiten establecer algunas consideraciones relevantes. A juicio de la experta del IDIBAPS, "los antojos por alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares y grasas, son especialmente preocupantes". Su consumo recurrente durante el embarazo no solo aumenta el riesgo de ganancia excesiva de peso y diabetes gestacional, sino que puede alterar el desarrollo cerebral del feto y su respuesta futura a estímulos alimentarios. Por los tanto, según aconseja, "clínicamente sería importante monitorizar no solo la ocurrencia de los antojos, sino el tipo de alimento, la frecuencia de consumo y si estos implican un patrón de alimentación desordenado o compulsivo".
Ante estas evidencias, el consejo más esencial es acompañar a las mujeres embarazadas con información clara y apoyo emocional. Se recomienda invertir en medicina preventiva, explicar el fenómeno de los antojos y diferenciarlo del hambre fisiológica, hacer consciente el valor motivacional y neurobiológico que tienen.
"No se trata de prohibir, sino de entender el origen de estos impulsos y ofrecer alternativas saludables que también generen placer", puntualiza Haddad, quien también expone la necesidad de "integrar la dimensión neurobiológica y motivacional de los antojos en la consulta obstétrica o de nutrición, y fomentar hábitos alimentarios equilibrados antes y durante el embarazo, y que todo esto puede tener un efecto protector sobre la salud de la madre y del bebé".