MADRID, 2 Oct. (EDIZIONES) -
A nadie le gusta sufrir pero, el dolor, queramos o no, forma parte de nuestra vida. Es un túnel que tenemos que atravesar, y en el que no vemos luz al fondo en muchas ocasiones, aunque sí la hay. Y es que se puede salir de ese túnel, porque siempre hay salida, aunque a veces necesitemos ayuda profesional.
El caso es que, muchas veces, y ante un "naufragio emocional", como así llama la psicóloga especializada en el enfoque de terapia breve Ana Belén Medialdea (@anapsicologamadrid), es decir, ante una situación que nos genera dolor, sufrimiento, "lo que nos duele no son las emociones en sí, sino el resistirnos a ellas".
Nos concede una entrevista a Europa Press Salud Infosalus con motivo de la publicación de su libro 'La luz que hay en ti' (Zenith), en el que aborda este concepto, y subraya que muchos de los pacientes que atraviesan un duelo, una pérdida, ese "naufragio emocional", dicen que no quieren sentir más miedo, más tristeza, o enfadarse, si bien esta experta les insiste en que "el dolor es parte de la vida, de nuestra realidad" y por eso es importante trabajar esa gestión emocional para no sufrir más, o enfadarse, por ejemplo.
"No creo que el tiempo lo cure todo porque si dentro de ese tiempo no trabajas, no curas tu herida, seguirá ahí. El tiempo puede poner un poco de distancia de ese sufrimiento, o de lo que te ha pasado, pero no te ayuda realmente a curar. Lo que te ayuda es el poder hacer una gestión de esa emoción y aprender a cuidar de ti misma ante la adversidad, porque en medio de una adversidad muchas veces tendemos al abandono porque nuestro cuerpo se pone en modo supervivencia y por eso es tan importante pedir ayuda", remarca Medialdea.
LA ESPERANZA TAMBIÉN CUENTA
Señala, es más, que cuando tienes una situación traumática y una adversidad que cambia tu vida aprendes a vivir con ese dolor, le das también un nuevo sentido a tu vida, un propósito de vida: "Una de las cosas que más nos puede ayudar ante una situación así, aparte de gestionar esa emoción, es conectar con la esperanza de un futuro donde puedas estar bien, donde puedas integrar todo lo que te ha pasado y también darle un sentido".
Cuenta que esto es lo que nos ayuda a ser resilientes porque, tal y como insiste, "la resiliencia no significa no sufrir, o que ya no te importa nada de lo que has vivido, sino atravesar la dificultad, integrarla, para poco a poco reconstruirte". Se trata de volver a levantarnos con nuestras cicatrices, según prosigue, y con la ayuda de ese aprendizaje y de esos recursos que no sabíamos que teníamos.
LA LUZ OSCURA DEL SUFRIMIENTO
En consecuencia, insiste Medialdea, en que cuando una situación cambia tu vida, o hay sufrimiento, y se ve todo negro, hay que tener claro que aunque no veamos luz, sí la hay, y quizás esa luz puede que esté muy floja.
Para tener más luz defiende que hay que atravesar esa oscuridad. El problema, según continúa, es que en muchas ocasiones intentamos ocultar ese sufrimiento, y no estamos dispuestos a cruzar ese túnel oscuro. "Para no pensar en ello, evitamos pensar en lo sucedido, podemos actuar como si no pasara nada, o intentamos entretenernos con cosas para evitar pensar en lo ocurrido", apostilla.
Es más, sostiene que en las primeras etapas de un duelo, nuestro cuerpo pone ese bloqueo para poder integrar lo que está pasando, y ya cuando nos permitirnos realmente atravesar todo, y mirarnos a la cara, es cuando podemos integrar lo sucedido y enfocarnos ante las soluciones.
POR QUÉ A NUESTRA SOCIEDAD NO LE GUSTA HABLAR DEL DOLOR
En última instancia, reconoce esta psicóloga que en nuestra sociedad se evita hablar del sufrimiento y del dolor, porque mostrar nuestra vulnerabilidad nos aporta incomodidad, se piensa que nos debilita, cuando, tal y como advierte, ser fuertes es mostrar el dolor que padecemos: "La fortaleza auténtica surge de cuando mostramos qué sentimos, y esto es lo que nos desconecta de nosotros mismos y de los demás".
Ante una persona que está atravesando un "naufragio emocional" subraya que hay que tener claro que es normal sentirse así, y lo más importante que puede hacer es buscar apoyos, y encontrar "esos salvavidas emocionales" que nos ayuden a salir a flote y a conectar con nosotros; una ayuda externa, especialista para transitar por esa dificultad y recoger también toda esa vorágine emocional que se pueda sentir.
"Lo más importante de todo es que siempre hay esperanza. También hay que tener claro que lo importante no es salir de ahí cuanto antes, sino no empeorarlo, porque algunos modelos de terapia psicológica se empecinan en dar vueltas y en buscar el origen del dolor. Yo me centro en terapia breve, es decir, en qué hacer para que el problema no empeore, para que no vaya a más nuestro sentimiento de tristeza y de dolor", concluye Ana Belén Medialdea.